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Solidaridad

Vecinos de Benalmádena se vuelcan con un indigente y le pagan un piso

Tras publicarse su historia en las redes sociales, la asociación 'El vuelo de la Libélula' recauda dos partidas de 700 y 850 euros para sacarle de la calle.

Un indigente en la calleFreepik

Pepe tiene 62 años y vive en una calle de Benalmádena (Málaga) desde Navidad. Cayó en desgracia por "apostar por quien no debía y la vida le pasó por encima", dice María del Prado, presidenta de la asociación 'El vuelo de la libélula'. La historia de su encuentro fue como la de muchos sintecho, acudiendo a la sede de la ONG. Allí pudo contar su periplo y recibir un primer asesoramiento y ayuda. Él se va y vuelve a su rincón para dormir, en un soportal, cubierto entre mantas y cartones. Es uno de los muchos sitios que busca donde quedarse, porque la calle es muy dura y obliga a los indigentes a ser trashumantes de la ciudad.

Poco después, en un día lluvioso (con las grandes precipitaciones que llegaron en marzo con la borrasca Nelson), María se acuerda de Pepe y decide contar su vida y las condiciones en las que se encuentra en las redes sociales, y pide ayuda. Cuando María despierta al día siguiente, se encuentra con varias donaciones que alcanzan los 700 euros. Es un dinero que, al menos por un tiempo, le da para volver a estar bajo un techo y sentir de nuevo el reconfortante momento de acostarse en una cama de verdad.

La empatía lo ha hecho posible. Pero ese dinero sólo le da para pernoctar unos días en un hotel, así que tiene que recurrir una vez más a recaudar fondos. Y lo consigue. Ahora son 850. "No se lo podía creer, estaba muy emocionado", recuerda su ángel de la guarda.

Pepe puede ahora salir del hotel y acomodarse en un lugar que se parezca más a un hogar. Le encuentran un apartamento turístico, cuyo propietario lo deja a un precio muy razonable para su situación. Parece que su suerte empieza a cambiar, pero los reveses le siguen persiguiendo: "Con ese dinero queríamos alquilar una habitación, pero no ha habido oportunidad, una mujer nos dijo que sí, pero luego se ha echado atrás", lamenta María.

Una oportunidad

"Pepe es un hombre muy correcto, educado y amable, merece una oportunidad", reclama la presidenta de la asociación. Y esa posibilidad empieza a dibujarse en su horizonte a modo de empleo. Por ahora, le han conseguido un puesto de trabajo en un negocio para los fines de semana, por lo que puede tener ya sus primeros ingresos. Es un paso de los muchos que tiene que dar para rehacer su vida. De ahí podrá pagarse algunos gastos, pero aún necesita ayuda, no dará lo suficiente para cubrir gastos de alquiler y alimentación. Más aún teniendo en cuenta la carestía de la vida hoy en día.

El último empujón puede llegar pronto, pero necesita esas manos caritativas que se lo ofrezcan, como ha estado sucediendo. La historia de Pepe no es más que una de miles de personas que como él tienen que vivir en la calle, y la ley de la calle es inflexible, especialmente cuando se adentra a una edad donde las oportunidades ya no existen. Pepe quiere que su rehacer siga siendo en Benalmádena, porque ahí es donde están sus amigos y su vida. Y así debe ser.

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