DANA
En un pleno cargado de tensión, los afectados por la DANA exigieron unidad política para solucionar una crisis que sigue dejando a familias sin hogar y a trabajadores al borde de la ruina.
La indignación sigue creciendo en Aldayaun mes después de la devastadoraDANAque arrasó con vidas, viviendas, negocios y vehículos. Durante el último pleno municipal, la desesperación de los vecinos quedó más evidente que nunca. En una entrevista en directo en Antena 3 Noticias, el vecino de Aldaya, Alberto Navalón, describió el ambiente como “una mezcla de rabia y tristeza”. “Había gente que seguía muy afectada, todavía sin recibir la ayuda del gobierno. La realidad es que un mes después de esta catástrofe, todo sigue igual”, afirmó.
En su intervención, Navalón destacó la valentía del alcalde al dar la cara ante la situación y la presión vecinal. Sin embargo, reconoció las limitaciones del ayuntamiento: “El problema es que los medios no llegan. Todo depende de ayudas que no están llegando. Ha fallado todo, desde arriba hasta abajo”, añadió. Alberto Navalón añadía que los vecinos no piden dimisiones, sino soluciones. “Queremos que los políticos se olviden de los colores, que se unan para sacarnos de esta situación. Hay familias que han perdido absolutamente todo, niños que no pueden jugar, adultos que no pueden trabajar. Estamos lejos, muy lejos, de recuperar la normalidad”.
El pleno fue un reflejo del sentimiento de abandono. Los vecinos no solo lamentaron la falta de apoyo económico, sino también la ausencia de medidas preventivas. “Esto va a volver a pasar si no se desvía el barranco”, advirtió. Entre las demandas más urgentes, se encuentra la creación de un listado oficial de damnificados para garantizar que las ayudas lleguen.
El impacto de la DANA no distingue entre familias. Alberto Navalón relató cómo, aunque él y su pareja no sufrieron pérdidas materiales, su hermano perdió sucamión, una herramienta imprescindible para su trabajo como autónomo. “Estamos buscando dinero para comprar otro camión porque, si no trabaja, se va a la quiebra. Hay muchísimos en la misma situación. Cuanto más se retrase esto, más grande será la bola de deudas”, señaló. Su cuñado, por su parte, perdió el coche y la moto, y ahora tiene dificultades para llegar al trabajo. Estas son solo dos de las muchas historias que reflejan el desafío diario al que se enfrentan los vecinos de Aldaya.
Las consecuencias de la riada han cambiado por completo la vida cotidiana. Familias enteras siguen sin hogar y deben malvivir en casas temporales o en condiciones precarias. “No tenemos dónde sentarnos cómodamente. No recuerdo la última vez que vi la televisión”, confesó una vecina. Incluso actividades básicas, como hacer la compra, se han convertido en una odisea: “Ir al supermercado nos lleva entre 20 y 30 minutos, algo que antes era sencillo”.
El mensaje de los vecinos es claro: la ayuda no puede esperar más. Insisten en que los políticos deben dejar de lado las disputas partidistas para actuar con rapidez y eficacia. “Aquí somos fuertes porque estamos unidos, y pedimos que ellos también lo estén. Que se olviden de las siglas y se centren en ayudarnos”, concluyó otro afectado.
Mientras tanto, la recuperación en Aldaya sigue siendo un camino cuesta arriba. Un mes después, las heridas físicas y emocionales de la riada están lejos de cerrarse, y la normalidad sigue pareciendo un objetivo lejano.
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