Valencia
Ocurrió en el piso de su propiedad, en el que vivía antes de marcharse al de la diócesis valenciana en el que sería asesinado una década más tarde.
El canónigo emérito de la catedral de València Alfonso López Benito que fue asesinado en el piso del Arzobispado en el que residía, en el número 22 de la calle Avellanas de València, ya sufrió un episodio trágico con uno de aquellos hombres a los que decía acoger por caridad y con quienes, según varios de los testigos interrogados ahora por la Policía Nacional, mantenía relaciones sexuales a cambio de dinero o, incluso, de cama y comida.
Todo ocurrió en 2013, en el piso de su propiedad, en el que vivía antes de marcharse al de la diócesis valenciana en el que sería asesinado una década más tarde. Estaba ubicado a solo 300 metros del anterior. Según ha podido reconstruir el medio Levante-EMV, a partir de distintas fuentes de toda solvencia conocedoras de los hechos, un sintecho a quien había metido en su casa tras captarlo en la calle murió en la cama tras sufrir un infarto.
El caso fue archivado, a pesar de que la noticia se conoció en el vecindario, ya que en esa época ya era conocida su afición a llevar a hombres y jóvenes sin recursos a su casa con fines poco claros. Todo esto ocurrió el 18 de diciembre de ese año, a las puertas de la Navidad, y fue el propio sacerdote quien alertó al teléfono de Emergencias 112, al ver que el hombre había dejado de respirar.
El fallecido tenía 57 años. Cuando entraron los servicios de emergencia en el domicilio lo encontraron en la cama de matrimonio, vestido solo con un calzoncillo y ya sin signos vitales. Su ropa estaba en la habitación en una silla, pero no tenía documentación. Fue la Policía Científica quien lo identificó a través de las huellas dactilares.
Desde el juzgado de guardia ordenaron el traslado del cuerpo al Instituto de Medicina Legal (IML) de València y al día siguiente, 19 de diciembre de 2013, se le practicó la autopsia. Los resultados revelaron su corazón se rompió tras sufrir un taponamiento cardiaco que lo llevó a la muerte tras varias horas con molestias. Dado que no se detectaron causas no naturales en el fallecimiento, el grupo de Homicidios de la Policía Nacional no llegó a intervenir y el juzgado de Instrucción archivó el caso el 4 de febrero del año siguiente.
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