HASTA QUE LLEGA LA ERTZAINTZA
Patricio Aguirre, un joven ecuatoriano que regenta una frutería en el barrio bilbaíno de Irala, dejó encerrados dentro de su tienda a dos ladrones.
Había sufrido cinco hurtos en menos de quince días y cansado, sospechaba que pudiera ser un exempleado, así que decidió enfrentarse a él. Al llegar la noche, aparcó su coche en la puerta de la frutería y esperó dentro. Pero mientras aguardaba a los asaltantes, se quedó dormido y cuando despertó se encontró la persiana de su tienda levantada y unas cajas de fruta vacías para sujetarla.
Armado con un palo, salió del coche. Aunque al acercarse a la puerta oyó varias voces y le dio miedo, así que dio una patada a las cajas y los dejó encerrados en la tienda. Eran dos jóvenes veinteañeros de origen magrebí a quienes Patricio no conocía. Ambos fueron detenidos a la espera de un juicio rápido.
Miembro de la asociación de comerciantes de Irala, el frutero lamenta que estos actos tengan poca consecuencia penal y aunque asegura que otros negocios también han sufrido robos en los últimos tiempos "nunca han cogido a nadie".