UN POSTRE TRADICIONAL PERO DIFERENTE
Lo parecen y lo son, pero a medias. Todo comienza con una torrija tradicional. 'Bañadas en leche con canela, aromatizas igual. Y después venimos a esta versión más pequeña', nos dice José Fernández, maestro pastelero.
Y sobre esta base se desparrama el ingenio del pastelero. ¿Un huevo frito? No. Una crema de limón para la yema y chocolate blanco para la clara. "Realmente es una torrija con un toque a limón", dice Fernández.
Una ensaladilla rusa con nata y frutas deshidratadas, una morcilla con chocolate de Madagascar y arroz crujiente o este pan tumaquet con jamón ibérico. "Confitura de tomate y hemos elaborado con mantequilla dulce y especiada simulando al jamón ibérico", nos cuenta Fernández.
Vamos con la versión ligera de la torrija. Ésta se elabora con pan brioche pero sirve el que tengan a mano. En lugar de leche de vaca utilizamos de oveja "porque quedan más cremosa a la hora de hacerlas", nos dice Segundo Alonso, cocinero. Y se las deja empapándose a base de bien.
'Luego hay que tener cuidado de escurrirlas un poco porque al manipularlas, si lo hacemos mal, se pueden romper', nos dice Alonso. Y a la sartén. Nada de aceite. Una pizca de mantequilla y azúcar sirve para caramelizarla. "El azúcar se va a tostar un poco a la vez que se hace la torrija. Que la torrija absorba el mejor aceite posible', nos dice Segundo. Ahora solo falta la penitencia: comerlas con devoción golosa.