Opinión
A Susanna Griso no le sorprende que la protagonista del debate de la semana sea Tamara Falcó, porque necesitamos, "aunque sea solo un ratito", olvidarnos de "la inflación, de Putin y de los impuestos".
Dice Pedro Ruiz que el país tiene que estar muy mal cuando el debate nacional es Tamara Falcó. No creo que sea para tanto. Podría opinar sobre la subasta fiscal a 7 meses de las elecciones autonómicas y locales, o especular con la mano negra que está detrás de los sabotajes del Nordstream, por no hablar de la inflación de septiembre, que está en el 9%.
Creo que a veces necesitamos volver a la corrala, a ese patio de vecinos que nos permite comentar la ropa interior de la vecina del cuatro. Y esa corrala es hoy la vida de Tamara, un 'show de Truman' que hemos seguido desde que nació.
Hemos vivido sus amores y sus desamores, los años en los que abrazó la fe, y pensamos que se hacía monja, también cuando se puso el delantal de chef y hasta el momento en el que, por sorpresa, su padre le dejó en herencia el título de marquesa.
No debería, por tanto, sorprendernos que muchas digan ahora "Todas somos Tamara". Y, aunque sea solo por un ratito, se olviden de la inflación, de Putin y de los impuestos, para colarse en un cuento en el que las princesas no comen perdices.