ERUPCIÓN EN LA PALMA
La ceniza que durante meses hizo sufrir a los palmeros se ha convertido ahora en un inesperado aliado. Las nuevas carreteras discurren por los restos de las coladas que dejó hace un año la erupción del volcán.
Un año después de laerupción del volcán de Cumbre Vieja, restablecer las comunicaciones y los accesos a todos los barrios y núcleos afectados continúa siendo uno de los objetivos primordiales en desarrollo dentro del largo proceso de reconstrucción. Zonas como Las Manchas, Jedey o La Laguna vieron como parte de su territorio escapaba a la acción de la lava, pero las carreteras cortadas generan un sentimiento contradictorio en los vecinos: sus casas y propiedades se han salvado pero no pueden acceder de manera regular a ellas.
De esta manera, las nuevas carreteras recorren los restos de las coladas, atravesando un pasaje tan sobrecogedor como majestuoso, en el que las elevadas temperaturas del suelo se perciben tanto en los carteles como en el ambiente. Es la única forma de poder acceder a lugares como Todoque, un barrio cuya desaparición ha quedado como símbolo del poder destructivo del volcán pero del que quedaron viviendas sin sepultar, dentro de “islas” a las que se continúa intentando liberar el acceso.
Salmuera, ceniza y cal
La ceniza, elemento con el que los vecinos de la isla tuvieron que convivir y contra el quetuvieron que luchar días tras díadurante meses, se ha convertido de manera inesperada en uno de los principales aliados a la hora de construir las nuevas carreteras que darán forma a la red viaria del Valle de Aridane. Un recurso prácticamente desconocido hasta hace unos meses y que, tras la erupción, se estimaba en una cantidad de 3,75 millones de toneladas sobre el dominio público viario. Tras la retirada de buena parte de ese material y el acopio del resto, la ceniza porcelánica está generando beneficios tanto para un sector tan castigado como la agricultura como para las obras de construcción de carreteras
La carretera La Laguna - Las Norias es uno de los epicentros de ese trabajo, donde la salmuera generada en las plantas de desalinización, junto a la ceniza y la cal conforman el material con el que se construyen las nuevas carreteras, que ya suponen más de 7 kilómetros abiertos en los últimos 8 meses. Unas actuaciones que han supuesto un gasto en torno a 12 millones de euros y que han permitido el acceso a casi 200 viviendas, según valoración del Cabildo de La Palma, un 85% de las que se quedaron aisladas por la acción del volcán.
Un primer paso para ir recuperando una “nueva normalidad” a la que el Valle de Aridane anhelan adaptarse lo antes posible, sin limitaciones de movilidad y sintiendo de nuevo cómo toda su isla y sus habitantes vuelven a estar comunicados como antaño.