Galicia
Su vecino Suso se rompió la cadera y no podía moverse del sofá hasta que Severino decidió llamar a Emergencias.
Severino Garrido no es un vecino más del barrio de Ribadavia, en Vigo. Todos lo conocen y él conoce a todo el mundo. "Yo nací aquí y llevo aquí 50 años. Si un día falta un vecino, pues te preocupas", reconoce al teléfono. Esa preocupación le salvó la vida a Jesús Vila, Suso, que a sus 72 años se fracturó la cadera en su domicilio y no podía moverse del sillón.
"Llevábamos tres días sin saber nada de él", recuerda Severino, que agotó todas las vías antes de llamar a los servicios de Emergencias. "Siempre va a la tienda a la comprar. Le pregunté a la dueña y no sabía nada. Intenté llamarlo, pero no me cogía el teléfono. Fui a gritos por la ventana, tampoco. Así que llamé al 112 porque pensé que le había pasado algo". Y así era.
Cuando llegaron los bomberos treparon con la escalera y saltaron al balcón. En el interior de la vivienda encontraron al septuagenario sentado en un sofá y con la televisión encendida.
"Estaba en los huesos porque llevaba tres días sin comer"
"Estaba en los huesos porque llevaba tres días sin comer. Estaba sentado viendo la tele y no se podía ni mover", explica Severino. Los bomberos tuvieron que bajarlo agarrado porque Suso no podía caminar por sus propios medios. Lo llevaron al hospital Álvaro Cunqueiro y confirmaron los peores presagios: se había roto la cadera tras un tropiezo.
Casi un año después, Suso todavía arrastra secuelas. "Aún anda con bastón porque le pusieron una placa en la cadera", apunta Severino.
Su 'salvador' lamenta que Suso no admita más ayuda, ni siquiera de los servicios sociales, que varias veces han llamado a su puerta sin obtener respuesta. Suso vivía con su madre, que falleció hace más de una década. "Tiene miedo a que le quiten su rutina", explica Severino, que recientemente estuvo en su casa para realizar alguna 'chapuza': "Soy técnico, así que un día le arreglé una televisión y le regalé, otro día, una radio... Algo para que no pase tanto tiempo solo y se entretenga", relata.
Suso, por su parte, rehúye el contacto con los medios, pero agradece el gesto de su vecino cada vez que se ven por el barrio. "Si Severino no se preocupase por mí, ahora mismo no estaría vivo", le reconoce a su amigo y vecino. Severino escapa de elogios y le da normalidad a un interés por el prójimo que, por desgracia, cada vez escasea más. "Me vio nacer y yo tengo mucha confianza con él. ¿Cómo no voy a ayudarlo si puedo?", reflexiona.