Camino de Santiago
Las faltas de respeto con el patrimonio compostelano y los vecinos del casco antiguo ponen en jaque a la ciudad.
No es la primera vez que ocurre y, posiblemente, no será la última. Una foto tomada esta mañana, en torno a las 08:00 horas, muestra la realidad de Santiago de Compostela en estos últimos meses: un grupo de peregrinos amanece ante la Puerta Santa de la Catedral de Santiago, con sus sacos de dormir, mantas y almohadas. Pese a que la Policía Local de la ciudad insiste en que han intensificado la vigilancia en el casco histórico, episodios como estos empiezan a convertirse en frecuentes.
Hace poco más de una semana, un usuario denunciaba en las redes a otro caminante que había instalado una tienda de campaña para pasar la noche sobre la piedra de la zona vieja de la ciudad, Patrimonio Cultural de la Humanidad desde 1985. "Vosotros lo de acampar en la calle, en pleno casco viejo histórico de Santiago, ¿cómo lo veis?", escribió en Twitter.
Pero no solo pernoctan los caminantes donde les place, sino que también comen y beben. En los últimos meses se barajó la posibilidad de establecer una normativa más severa para evitar los picnics en la Plaza do Obradoiro. El lugar de llegada de los peregrinos se convierte, cada mediodía, en la mesa de muchos de los que completan el Camino.
"Una empanada y unas cervezas no hacen daño a nadie", nos decía entonces uno de los que disfrutaba de su aperitivo. Lo cierto es que sí hace daño, ya que, tratándose de parte del mobiliario del Patrimonio de la Humanidad, está totalmente prohibido consumir sobre la piedra e, incluso, apoyarse en los pilares que sujetan el Pazo de Raxoi, frente a la Catedral, y que normalmente sirven de respaldo para los que se sientan para contemplar desde allí las vistas.
"Son normas de sentido común. No pedimos nada raro, solo que se comporten con respeto"
Los vecinos del barrio de San Pedro, una de las arterias de acceso de los peregrinos, han ido más allá y han lanzado una serie de campañas pidiendo más civismo. "Son normas de sentido común. No pedimos nada raro, solo que se comporten con respeto", dice Suso Fernández, presidente de la Asociación de Comerciantes de San Pedro.
Pero, por ahora, sus reclamaciones no han tenido mucho éxito. A diario entran por esa zona centenares de personas cantando, gritando, en bicicletas a gran velocidad o invadiendo todas las aceras. "Ahora acaba de pasar un grupo de 40 o 50 que venían gritando como borregos", dice un vecino.
En una época en la que el Camino bate todos los récords, más de 225.000 han llegado a Compostela en lo que va de año, el asunto preocupa todavía más. De hecho, esta misma semana, miles de los asistentes a la JMJ de Lisboa aprovechan estos días para pasar por Santiago.
Las autoridades y los vecinos piden respeto, civismo y consideración para que la ciudad siga siendo como hasta ahora: un Patrimonio de todos en el que reina la paz.