Sanidad
La orilla de la playa de Las Canteras, en Las Palmas de Gran Canaria, se ha convertido en el escenario donde casi 70 trabajadores sanitarios del servicio de Urgencias se concentraron para protestar por la situación que sufren sus pacientes. Vestidos con sus batas blancas, han querido “mojarse” los pies como símbolo de protesta y remar hacia la orilla sobre unas tablas de paddle sur con un cartel en el que se podía leer '#PasillosCero'.
La última vez que se produjo una situación de hacinamiento de los enfermos fue el pasado lunes 13 de marzo, cuando se acumularon 130 pacientes a la espera de ser hospitalizados y 50 tuvieron que ser distribuidos por los pasillos. Esa misma semana, en la prensa local, se publicaba que el director gerente del hospital Insular, José Blanco, había afirmado que la saturación del servicio de Urgencias se había logrado estabilizar gracias a los refuerzos de la plantilla con un médico de guardia y la creación de una nueva figura, la del enfermero coordinador.
"150 pacientes representan 4 plantas de hospital y que reforzar con un médico y con un par de enfermeros no resuelve el problema"
El secretario del Consejo Canario de Enfermería, Luis Vega, ha calificado -durante su intervención a los medios en la playa- esas declaraciones de la gerencia del centro de “demasiado optimistas”. Vega explica que “los 150 pacientes que ocupaban los pasillos de Urgencias ese lunes de la segunda semana de marzo tenían que estar hospitalizados en planta y no en un servicio pensado para 80 personas. Prosigue el también enfermero del servicio de urgencias exponiendo que “150 pacientes representan 4 plantas de hospital y que reforzar con un médico y con un par de enfermeros no resuelve el problema. No se puede absorber esa cantidad de pacientes en un espacio concebido para 80 boxes, que es lo que tiene Urgencias”.
Pero no queda ahí el problema, porque, según Luis Vega, el colapso por la falta de infraestructuras adecuadas es tal que, “si tenemos 150 ingresos y le sumamos una media de 250 personas diarias, pero un día cualquiera, como ese lunes sucedió, que vinieron 300, los pacientes que lleguen a las urgencias hospitalarias sean más de un centenar, con la actual infraestructura el problema seguirá perdurando años”.
El archipiélago canario, a la cola
El secretario del Consejo Canario de Enfermería explica que este problema no es nuevo, que viene de años atrás. En concreto, en el Hospital Insular de Gran Canaria, el origen está en la ejecución y construcción de una infraestructura que no se corresponde con las necesidades de un servicio de urgencias. A esto se le suman otros factores, que sí son comunes en toda Canarias, como “que el archipiélago está a la cola en muchísimos parámetros, como en camas hospitalarias y en plazas sociosanitarias o en la aplicación de la ley de dependencia”.
Luis Vega apuesta por “un cambio de modelo donde el cuidado tenga un mayor protagonismo y los pacientes con patologías crónicas y mayores, que en muchos casos están en sus casas sin la atención adecuada, puedan recibir una atención primaria adecuada, evitando así tener que llegar al hospital”.
Porque “los pasillos -aclara Luis Vega- no son áreas de hospitalización. Se trata de zonas de tránsito y no de áreas asistenciales para atender a los pacientes, especialmente a nuestros mayores, que son los que más sufren”.
Sara Lozano también es enfermera de este mismo servicio en el Hospital Insular de Gran Canaria. Allí lleva unos 12 años trabajando y dice que, a medida que han ido pasando esos años, se ha notado una mayor falta de recursos para poder atender a los pacientes con las condiciones que los sanitarios quieren y los pacientes merecen.
Sara Lozano, recalca la tesis de Luis Vega de que “los pacientes con los que estamos reivindicando #PasilloCero son los que deben estar ingresados, es decir, ubicados en una habitación en planta. Mientras no haya camas en esas plantas libres, esos pacientes se quedan en el servicio de Urgencias. Se quedan abajo hacinados”.
Esta enfermera del servicio explica que, según marca el protocolo, los pacientes de Urgencias pueden estar un máximo de 24 horas en esa zona del hospital. Después, cuando se decide si se quedan ingresados o se les da el alta, si la opción es la de permanecer en el hospital, deben subir a planta. Sin embargo, llega a tal punto el caos y la falta de espacio en las zonas de hospitalización, que en los pasillos de urgencias ya “hay zonas designadas como peceras. Son zonas inhóspitas, con camillas incómodas. Así pasan días y días”.
Culpa de la dejadez política
“Esos pacientes deben estar en el lugar que les corresponde, que es una planta de hospitalización”
Lozano, además, apunta que los pacientes se ven privados de la intimidad necesaria del ser humano a la hora de poder realizar sus necesidades en un chato (una cuña que se utiliza para que los pacientes encamados puedan defecar o miccionar), además de subrayar que, en ese espacio y con esas condiciones, no se puede atender ciertas patologías. “Los pacientes se quejan día a día del dolor que sienten en esas camillas, porque no son colchones cómodos, y los viejitos, nuestros mayores, que no se pueden a veces ni quejar, y llevan cotizando toda su vida, se encuentran ahora con una atención sanitaria que es pésima”.
Lozano cree, que en una situación prolongada en el tiempo y en la que, además, se cuenta con estudios en los que queda claro que la población está cada vez más envejecida y que la tendencia será a continuar ese progresivo envejecimiento de la pirámide poblacional. Es por eso que se necesita un cuidado constante para muchos enfermos crónicos, la causa principal es la inacción política. “Es dejadez política, yo creo que sí. Ya llevamos muchos años reivindicando centros sociosanitarios adecuados porque la población cada vez está más envejecida”.