LA EPA TIENE MÁRGENES DE ERROR
Si un hombre de entre 25 y 30 años, casado, que trabaja como autónomo y es rumano o búlgaro (los datos que ofrece la Encuesta de Población Activa dicen que es de uno de los dos países, pero no especifica cuál, se queda sin trabajo, elevará la tasa de paro nacional en casi dos centésimas, el equivalente a 4.366 personas, más de diez veces el peso del encuestado medio.
Su importancia es aún mayor en la Comunidad de Madrid, donde vive. En esta región su pérdida de empleo incrementaría el paro un 0,13%. Es la persona de la que, al menos estadísticamente, más depende la subida o la bajada del paro en España. Aunque no vaya más allá de la curiosidad, él es una muestra de que la EPA es un reflejo de la realidad, muy bien elaborada, pero no es la realidad misma y tiene errores, según explica el analista estadístico Carlos Gil Bellosta.
Además, al presentar sus datos en nota de prensa, el Instituto Nacional de Estadística (INE), responsable de la EPA, no especifica en ningún momento que existe un margen de error y ofrece las cifras como algo cerrado, como si fuese la realidad misma y no una aproximación a ella.
Así, cuando se habla de 6.202.700 parados, no se explica que con el error de muestreo del 0,86% que incluye la encuesta sólo es posible afirmar con un 95% de confianza que la cifra se encuentra en el dato que ofrece el INE 106.000 parados arriba, 106.000 parados abajo. El número de desempleados estaría entonces entre 6.095.0000 millones de parados y 6.309.000, tal y como explicó el profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha Josu Mezo.
Esta incertidumbre es aún mayor cuando se consideran grupos de personas más reducidos. En esos casos, la variación en el número de desempleados de una pequeña comunidad autónoma o un grupo concreto de trabajadores podría ser inferior al margen de error y perder significado. Para Gil Bellosta, no explicar que en realidad existe una horquilla de 200.000 parados es una oportunidad perdida para educar numéricamente a la población y transmite una idea errónea sobre cómo se obtienen los datos, qué significan y qué grado de seguridad ofrecen.
Otro de los datos que resultan llamativos sobre la EPA es lo que considera un empleado: “Haber trabajado durante la semana de referencia al menos una hora a cambio de un sueldo”. A esta categoría habría que añadir los subempleados, aquellos que no trabajan todas las horas que habitualmente trabajan las personas en su rama de actividad y desean trabajar más. España, además de los más de seis millones de parados, tiene alrededor de 2,5 millones de personas subempleadas y ocupa el segundo puesto por detrás de Grecia entre los países europeos en los que más trabajadores a tiempo parcial se incluyen en esta categoría.
Preguntas no neutras
La forma de presentar los datos no es neutra, pero tampoco las preguntas que se realizan para buscar unos datos concretos. “Alguien decide cuáles se buscan y cuáles no y sobre cuáles se pone el foco”, afirma Gil Bellosta. “Y alguien paga las nóminas de la gente implicada en el proceso”, añade. “Este problema se ve, por ejemplo, si un político trata de crear un incentivo para que haya más gente que cumpla el objetivo de la hora de trabajo en la semana de referencia o se saca del grupo de la población activa para incluirlo en el de los inactivos, que no computan como parados aunque no tengan trabajo, a una persona que se olvidó de sellar el paro”, señala.
Una encuesta obligatoria
La EPA es una encuesta que se realiza a 65.000 familias, lo que representan unas 200.000 personas, cada seis meses, y se escoge a esas familias de tal forma que sean representativas de la población española. La primera encuesta es presencial y las siguientes se realizan por teléfono. Cada familia permanece en la encuesta seis trimestres consecutivos.
Si la persona es difícil de encontrar, según explican desde el INE, se insiste una y otra vez para localizarle en su domicilio. Antes de ir, se envía una carta avisando de que el hogar ha sido seleccionado y de que colaborar con la estadística oficial es obligatorio. “Pasamos las veces que sean necesarias y si es necesario enviar un técnico a las nueve de la noche a realizar la encuesta, se hace”, señalan.
Esta encuesta sigue estándares internacionales, normas establecidas por la Organización Internacional del Trabajo y sancionadas por la UE.
Además, la forma de la EPA sigue las de otras muchas encuestas parecidas en otros países, con lo que buena parte de su esquema de trabajo ha sido puesto a prueba en otros lugares.