Operaciones estéticas
Realizadas en domicilios privados, sin ningún tipo de formación ni control médico, dejan a sus pacientes secuelas de por vida.
Montse, una mujer de 56 años, se sometió a una operación estética. En concreto le realizaron una abdominoplastia: un procedimiento quirúrgico para extirpar el exceso de grasa localizada bajo el abdomen. Pero no hay día que pase sin que Montse se arrepienta de haberse sometido a esta intervención. Dice que le destrozaron la vida.
"Es un calvario mi vida"
Tras el procedimiento le han quedado muchas secuelas. Por poner un ejemplo, no es capaz de subir bien los brazos porque le tira con la cicatriz y esto le impide realizar tareas cotidianas como pueden ser descolgar la ropa o colgar un cuadro.
Tampoco puede ni siquiera coger a un mascota. Dice tener la barriga como una roca y el peso de este perro de pequeño tamaño es para ella todo un desafío imposible de alcanzar. Pero además de las secuelas físicas, también le ha dejado otras psicológicas.
"No soy capaz de enfrentarme a un espejo"
Como Montse, muchas otras personas se han sometido a procesos estéticos y no han quedado para nada satisfechos. Hay algunos que son intervenidos en clínicas ilegales o por personal sin conocimiento. En Málaga, por ejemplo, la policía ha detenido a una mujer que realiza este tipo de tratamientos en su propia casa.
Su 'modus operandi': concierta citas clandestinas en su domicilio donde inyecta a sus clientes diversas sustancias como bótox o ácido hialurónico y lo hace en zonas sensibles de la cara como ojos, pómulos o boca.
A parte de la falta de preparación, lo más peligroso de estos procedimientos irregulares es que en muchos casos utilizan productos que no han pasado los controles sanitarios y que tampoco guardan un estricto método de conservación. De hecho, algunos los introducen en sus propias neveras en contacto con alimentos.
En este caso en concreto, los investigadores encontraron junto a la leche del desayuno varias botellas de suero. Pero eso no es todo, también en la parte baja del frigorífico, escondido bajo táperes, había latas de atún y una olla con las inyecciones de bótox y ácido hialurónico.