PREPARADOS PARA RECIBIR EL 2048
Después de dar su tictac incansable durante siglo y medio, el reloj de la Puerta del Sol está "como nuevo", con su maquinaria engrasada y reluciente como el primer día y a punto para dar las campanadas en la medianoche del próximo domingo, 31 de diciembre.
El relojero Jesús López, uno de los encargados del mantenimiento del reloj, ha dicho hoy que no tiene duda de la fiabilidad del mecanismo del reloj después de quince días "comprobando y mirando todo" para asegurar que el reloj funcionará "a la perfección".
Está el reloj a punto, pero, en todo caso, como se ha hecho otros años, 24 horas antes, en la medianoche del sábado, habrá un ensayo para comprobar por última vez el mecanismo de la bola y la megafonía. Será el ensayo con gran público, también llamado las "preuvas", a las que acuden cientos de personas que no podrán estar despidiendo el año al día siguiente en la Puerta del Sol.
El especialista de Losada, la casa relojera que se encarga del reloj desde hace veinte años, insiste en que los cuidados que toman en su trabajo hacen "que esté todo garantizado para que las campanadas suenen a la hora que toca".
"Que faltando veintiocho segundos para las doce caiga la bola, que veinte segundos antes empiecen a sonar los cuartos y que a las doce en punto, suene la primera de las doce campanadas", explica Jesús López.
"Suele ocurrir -dice el relojero con cierta sonrisa- que, como los cuartos son cuatro bloques de dos campanadas -para un total de ocho-, hay personas que en la sexta o en la séptima se disparan... Y está comprobado que, cuando uno empieza a comer uvas, los demás van detrás...".
Las campanadas suenan durante 36 segundos, a una cadencia de tres segundos. Al técnico de la Casa Losada casi se le ilumina la cara hablando del reloj, el más popular de España, instalado en la fachada de la antigua Casa de Correos, sede del Gobierno regional madrileño.
López destaca del reloj sus características técnicas, su construcción en horizontal sobre dos vigas de madera paralelas, la solidez de sus piezas de acero y de latón, su precisión y fiabilidad, ya en su época una tecnología puntera a nivel mundial.
Y recuerda que Casa Losada tiene "toda" la información posible sobre el reloj y su mecanismo, su despiece, las palancas, "lo que haga falta...". "Es un reloj único", dice López y recuerda que hay otro "parecido", también de Losada, en el Instituto Calasancio de Getafe (Madrid) y otro del mismo fabricante en la Catedral de Málaga.
Este reloj de Sol fue construido y donado a la ciudad por José Rodríguez Losada, un leonés del pueblo de Iruela que en el siglo XIX emigró a Londres y allí montó un negocio próspero de relojería de bolsillo y de torres. A su vuelta a Madrid, Rodríguez Losada donó el reloj a la ciudad, donde fue inaugurado el 19 de noviembre de 1866 por la reina Isabel II, con motivo de su cumpleaños.
El reloj está sincronizado con la hora que marca el Estado español, la del Observatorio Astronómico Nacional, y a lo largo del año su temperatura se mantiene estable, aún con las variaciones del verano, debido a que la "péndola" es de madera y tiene un coeficiente de dilatación prácticamente nulo, explica el especialista.
La única modificación externa que afecta al reloj es la amplificación del sonido de sus campanas para que pueda ser escuchado por las miles de personas que se congregan en la plaza de la Puerta del Sol y en las calles cercanas, como las de Alcalá o la de Arenal.
El relojero lo tiene claro: "Si estamos pendientes durante todo el año, limpiando, engrasando y comprobando, el reloj funcionará y va a funcionar bien". De otra cosa está también seguro. De que el 31, llegada la medianoche, atareado como tendrá que estar con el reloj, no tendrá tiempo como el resto de españoles de pensar en sus deseos para el año nuevo, porque, con millones de personas pendientes de las campanadas, el relojero "está en lo que está".