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Crimen de la Guardia Urbana

Realizan registros "muy intensivos" en la celda de Rosa Peral tras ser expedientada por conceder entrevistas

La condenada por el 'crimen de la Guardia Urbana' concedió entrevistas telefónicas desde su celda.

Rosa Peral y Albert López, condenados por el crimen de la Guardia UrbanaArchivo

Rosa Peral, expolicía condenada junto a Albert López por el asesinato de otro agente de la Guardia Urbana, ha sufrido un registro "muy intenso en su celda". Lo ha revelado la defensa de la condenada por el crimen de la Guardia Urbana. Peral ha sido también expedientada por conceder entrevistas desde prisión.

"Se le han retirado objetos personales, dejándola en una situación muy incómoda", ha señalado su abogada, Núria González, en declaraciones a Catalunya Rádio. La abogada dice que la condenada lleva "tres días sin poder hablar con su familia".

Se le acusa a Peral de hacer mal uso de las llamadas personales a familiares. El régimen penitenciario catalán es garantista y preserva la intimidad de las comunicaciones de los presos. Eso significa que la condenada incurrió presuntamente en una falta grave. El expediente y registro llegan después de estrenarse un documental y una serie en una conocida plataforma sobre el asesinato.

El crimen de la Guardia Urbana

Los guardias urbanos Rosa Peral y Albert López fueron condenados a 25 y 20 años de prisión por el asesinato en mayo de 2017 de un compañero del cuerpo, con quien conformaban un triángulo amoroso. Fueron condenados además a pagar 885.000 euros de indemnización.

En su sentencia, el magistrado presidente del jurado del llamado 'crimen de la Guardia Urbana' impuso la pena más alta a Peral al aplicarle la agravante de parentesco respecto a la víctima, de acuerdo con el veredicto del tribunal popular. Según su testimonio, la condenada contó que había drogado a su pareja la noche en que fue asesinado. Alegó también que quería perjudicar a su exmarido.

Rosa Peral y Albert López fueron detenidos el 13 de mayo de 2017. La geolocalización de sus móviles coincidía con la del asesinado el día que desapareció. Los tres teléfonos estuvieron en la misma casa de Vilanova i la Geltrú (Barcelona).