Coronavirus
La inmunidad natural es más completa porque el sistema inmunológico puede detectar cualquiera de las proteínas del virus pero genera de 100 a 10.00 veces más riesgo.
La respuesta rápida a la pregunta sobre qué inmunidad es mejor, si la de la enfermedad o la de las vacunas, es que “no está claro”, afirma África González, inmunóloga de la Universidad de Vigo. Con la vacuna, el sistema inmunológico ve solo una proteína, la llamada proteína S del SARS-Cov-2. Y eso es así porque lo que se ha usado en todas las vacunas para despertar al sistema inmunológico es la proteína espícula del coronavirus.
Sin embargo, de acuerdo con ella, cuando nos infectamos nuestro organismo pone en marcha distintos “soldados inmunitarios” que reconocen diferentes partes del virus. Es decir, la inmunidad que provoca la enfermedad es más completa porque el sistema inmunológico es capaz de detectar cualquiera de las proteínas del virus. “Pero no sabemos con certeza si es más eficaz. Depende de muchos factores”, continúa la inmunóloga.
En este sentido, aunque la infección natural frente a la de la vacuna es más completa y duradera, “tiene un riesgo de 100 a 10.000 veces mayor”, afirma Margarita del Val, investigadora del CSIC. ¿Y esto a qué se debe? Según la viróloga, uno de los motivos principales de la gravedad del virus es no haber pasado la enfermedad cuando éramos niños. “Cuando nos infectamos en la infancia nuestro sistema inmunitario es una muralla. Combatimos muy bien las infecciones. Pero como adultos el cuerpo no tiene defensas, el sistema inmunitario pierde potencia y se van acumulando desequilibrios. Esto hace que el virus pueda arrasar en las personas”, explica.
Según la investigadora, una vez estamos vacunados es como si hubiésemos creado barreras muy potentes frente a “esta aldea desprotegida”. Por ello Del Val insiste en que la clave es la inmunidad: sin la vacuna el virus podría reproducirse más rápido y acabar en un cuadro grave. Si una persona tiene inmunidad de memoria, es decir, anticuerpos, puede detectar el virus más rápidamente y, aunque haya multiplicación, remediarlo sin síntomas, incluso, sin darnos cuenta de que lo hemos vuelto a pasar.
Por este motivo, las inmunólogas coinciden en que la inmunidad híbrida, fruto de estar vacunados y después infectarse, es la más completa y potente. Por un lado, reducimos la posible gravedad de la infección con la vacuna, ya que dotamos a nuestro cuerpo de inmunidad de memoria (tal y como si nos hubiésemos contagiado en la infancia). Y por otro, al pasar la infección, nuestro sistema inmunológico es capaz de detectar el virus más rápido y actuar frente a él, anticipándose incluso al desarrollo de los síntomas.
No obstante, el aparente debate público sobre la conveniencia de infectarse a propósito para adquirir esta inmunidad híbrida “es un error” de acuerdo con la investigadoras. “Desde el punto de vista de la salud es mejor, indiscutiblemente, no infectarse. La covid puede ser muy grave en algunos casos y generar la disminución de leucocitos, incluso ser mortal. Pero también en aquellos que no son graves existe la posibilidad de padecer lo que se conoce como covid persistente”, explica González.
El símil a la eficacia de la inmunidad híbrida vendría dada por la tercera dosis. Según Margarita del Val, la protección de hospitalización y fallecimientos frente a ómicron con dos dosis es del 51% y 18%, respectivamente. Sin embargo, con tres dosis es del 79% la protección de hospitalización y 82% frente a las muertes.
En definitiva, todavía queda mucho por avanzar y se debe seguir investigando tanto el virus como la enfermedad que provoca. No hay una ciencia cierta sobre cuál es la mejor inmunidad pero lo que sí está claro es que las vacunas reducen la gravedad de la infección. Por ello, de acuerdo con Del Val, lo importante es promover una campaña de vacunación en las personas de alto riesgo, ya que la inmunidad colectiva es “imposible con ómicron”. Lo que realmente cambiaría el panorama de la pandemia en la sociedad serían las vacunas que limiten fuertemente el contagio, las llamadas esterilizantes, de las cuales, coinciden las inmunólogas, todavía falta mucha investigación.