Vacuna contra el Covid-19
Muchas personas desarrollan dolor en el brazo después de la primera o de la segunda dosis de la vacuna contra el COVID-19, independientemente de cuál haya sido. Esto tiene una explicación científica que varios expertos han desarrollado a lo largo de este tiempo.
El dolor y las erupciones cutáneas son reacciones comunes del ser humano a las vacunas, en estos días la del coronavirus, en el cuerpo. Sin embargo, no todo el mundo lo experimenta de la misma manera. Estas y otras cuestiones relacionadas tienen una explicación científica, que no solo se da en la vacuna contra el COVID-19.
Para la mayoría de la gente que ya ha recibido alguna dosis de la vacuna covid, la aguja no era un problema ni el dolor que ésta podía causar. Sin embargo, muchos han experimentado dolores en el brazo en las horas posteriores a recibir la dosis, tanto la primera como la segunda. Esto ha provocado que muchas personas se pregunten cuál es el origen de este dolor y por qué se manifiesta de diferente manera.
Los expertos han llegado a la conclusión de que no es un efecto único de la vacuna contra el COVID-19, sino que muchas otras como por ejemplo la de la gripe o la hepatitis B también lo causan. "Obtener esa reacción en el sitio es exactamente lo que esperaríamos que hiciera una vacuna que está tratando de imitar a un patógeno sin causar la enfermedad", explica Deborah Fuller, una vacunóloga de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington.
¿Por qué causa dolor?
Muchas son las vacunas que producen dolor en el lugar donde se ha producido la inyección. La explicación para esto tiene un nombre: células presentadoras de antígenos. Son células que están todo el tiempo alerta por si entra en el cuerpo un elemento extraño y hay que luchar por deshacerse de él. Se encuentran en los músculos, piel, además de en otro tipo de tejidos.
Cuando detectan una sustancia extraña, la toman como un elemento invasor y activan una reacción que produce anticuerpos y protección duradera contra patógenos específicos. A esto se le conoce como respuesta inmune adaptativa. Sin embargo, esto es un proceso de largo plazo, mientras que el dolor por culpa de la vacuna es un efecto secundario prácticamente instantáneo (suele aparecer varias horas después de la vacunación).
El dolor, por tanto, es consecuencia también de la respuesta que dan las células presentadoras de antígenos. Sin embargo, es porque estas células provocan que otras aparezcan y produzcan una serie proteínas (citoquinas, quimiocinas y prostaglandinas), que se encargan de llevar más células inmunes. Esto es lo que puede provocar enrojecimiento e hinchazón, causar dolor, etc.
Otros síntomas
El dolor no es el único efecto que muchas personas que se han puesto ya la vacuna contra la Covid-19 ha desarrollado. Al igual que en otras vacunas, se puede producir también fiebre, dolores corporales, en las articulaciones, erupciones cutáneas o dolores de cabeza.
Estos otros síntomas están motivados por una causa diferente a la de los dolores en los brazos. Es consecuencia de lo denominado reactogenicidad, es decir, estrategias que el cuerpo desarrolla con los elementos correspondientes para hacer frente a la sustancia extraña. De nuevo, no es un efecto único de la vacuna contra el coronavirus, sino que se da también en otras como la vacuna contra el sarampión.
Dolores en función de la vacunación
Las tres vacunas contra el COVID-19 tienen un punto en común en cuanto a lo que dolor se refiere. La aguja es la misma, por lo que el momento en el que se produce la inyección, el paciente siente el mismo dolor con independencia de qué vacuna contra el coronavirus le estén poniendo. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades han elaborado una guía con ciertos patrones comunes.
En el caso de la vacuna de Moderna, el 87% de las personas menores de 65 años y el 74% de las mayores de 65 tuvieron un dolor localizado. Por ello, la teoría es que hay una reducción de la reactividad inmune con la edad. Tras la segunda dosis, las cifras aumentaron al 90% del primer grupo y al 83% en el caso del segundo.
En cuanto a la vacuna Pfizer, también provoca muchos dolores en aquellas personas que se la inyectan. El 83% de personas hasta 55 años y el 71% en la mayores de 55 desarrollaron este efecto secundario. En la segunda dosis, los porcentajes descendieron al 78% en el caso del primer grupo y al 66% en el segundo.
La vacuna Johnson & Johnson causa, en general, menos dolor que las dos vacunas mencionadas. Se trata de un 59% en las personas menores de 60 años y un 33% en las mayores de esa misma edad.
Los expertos piensan que podría estar relacionada la tecnología que utiliza cada empresa para desarrollar su vacuna para producir un dolor en mayor o menor grado. Johnson & Johnson utiliza un virus modificado, mientras que Pfizer y Moderna introducen en el cuerpo la proteína a través del ARNm. A partir de ahí, el sistema inmunológico manda estímulos al cuerpo que provocan esos dolores.