Consumo de alcohol
Nuestra cultura está ligada al vino, las cervezas y la gastronomía. En cualquier celebración se brinda con alcohol. Pero ¿cuándo beber se convierte en un problema?
Beber demasiado, en una sola ocasión o con el tiempo, puede tener graves consecuencias para su salud. El alcohol puede afectar al cerebro, corazón, hígado, páncreas, o incluso propiciar determinados tipos de cáncer. Además deja muy tocado a nuestro sistema inmunológico.
Beber demasiado puede debilitar el sistema inmune, haciendo que nuestro cuerpo sea un objetivo mucho más fácil para la enfermedad. Los bebedores crónicos son más propensos a contraer enfermedades como la neumonía y la tuberculosis que las personas que no beben demasiado. Beber mucho en una sola ocasión disminuye la capacidad del cuerpo para evitar las infecciones, incluso hasta 24 horas después de emborracharse.
Una dinámica cada vez más habitual es salir los viernes de cañas, comer el sábado con vino y copa de postre sin olvidar los otros momentos de ingesta de alcohol puntuales ( para celebrar una buena noticia o intentar olvidarse por un rato de un mal día, seis o siete cañas diarias o más vinos de la cuenta). Pero todo suma. Parece que se bebe "lo normal", pero la barrera se sobrepasa
Quienes lleva a cabo ese tipo de hábitos no creen tener un problema, no se consideran adictos al alcohol, incluso piensan que pueden vivir sin él porque este tampoco trastoca su vida, aunque llevan desde la mayoría de edad bebiendo. Navegan entre esa difícil fina línea del mundo del alcohol de quienes pueden o no ser diagnosticados con una dependencia
No han tenido un susto de salud ni han llegado nunca a un coma por beber y eso dificulta más ver la verdadera realidad.
Para el experto Oihan Iturbide, divulgador científico: "Es un problema mucho más extendido que el alcoholismo, ya que casi todo el mundo bebe, muchas veces en exceso, pero solo algunas personas desarrollan una dependencia severa". Oihan es adicto recuperado y editor de Yonki Books, un sello especializado en el tema.
Según los expertos el 10% de la población desarrolla un Trastorno de Uso del Alcohol. Pero muy pocos reparan en ello. Las cifras hablan por sí solas, el 93,2% de la población de 15 a 64 años ha probado el alcohol, el 64,5% ha bebido en el último mes y más del 16% se ha emborrachado en ese periodo. Son datos de una encuesta sobre alcohol y otras drogas en España (EDADES). El dato más alarmante es que la cifra alcanza el 39% en el caso de los hombres de 15 a 24 años
"Mientras que hay muchos alcohólicos que quieren dejar de beber, porque su enfermedad ha destrozado sus vidas, las personas en la zona gris son funcionales, no tienen los estímulos que sí tiene un alcohólico para dejarlo aunque para él sea mucho más difícil".
¿Pero cómo es nuestra relación con el alcohol? No estaría demás hacernos algunas preguntas. El experto, responde.
"En España tenemos el consumo tan naturalizado que para quedar dices, '¿Una caña?'". Una caña, o media copa de vino, medio chupito o menos de dos dedos de licor en un vaso de tubo con hielo (es decir, el equivalente a 10 gramos de etanol) es, según Sanidad, lo que puede tomar al día como máximo una mujer para estar en un consumo "de bajo riesgo". En el caso de un hombre sería el doble. A partir de ahí "se produce un aumento significativo de la mortalidad".
Según la Asociación Española contra el Cáncer el 12% de todos los cánceres, especialmente de boca, esófago, garganta, hígado, colon, recto y mama tienen una relación directa con el consumo de alcohol incluso en dosis bajas (menos de 10 gramos/día). "Cuanto mayor sea el consumo, mayor será el riesgo", asegura.
Según Balcells, "el consumo, por muy normalizado que esté, es un problema per se: afecta a la salud, la calidad de vida, empeora la memoria, aumenta la irritabilidad, engorda, envejece…".
"Dentro de las adicciones hay niveles, pero muchas veces ni los médicos distinguimos esos grados", dice Gabriel Rubio, jefe de psiquiatría del Hospital 12 de Octubre, "tampoco lo hacen las asociaciones como Alcohólicos Anónimos, que repiten que se es o no se es".
En los test diagnósticos del Trastorno por uso de alcohol (como AUDIT, CAGE o DSM V) un bebedor de la zona gris no marcaría la casilla "¿bebe usted por la mañana temprano?" pero puede que sí marcase la pregunta "¿se ha arrepentido después de haber bebido?".
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