Volcán de La Palma
Puerto Naos y La Bombilla tratan de sobreponerse a los gases del volcán.
Se convirtieron durante más de dos años en pueblos fantasma por culpa de la presencia de CO2, ahora poco a poco tratan de salir adelante gracias a la monitorización permanente de los gases.
Yuday está preparando el piso que le dejó su abuela en Puerto Naos para mudarse cuanto antes. Le falta la nevera, la placa y algo más imprescindible todavía: el medidor de gases. Es una de las condiciones que ponen las autoridades para poder vivir en Puerto Naos o La Bombilla. Desde que hace unos meses la presencia de gases disminuyera considerablemente y se permitiera el acceso a determinadas zonas, el Cabildo de La Palma ha puesto en marcha un complejo sistema de monitorización de gases con más de 2.000 medidores distribuidos por todas las calles y viviendas de los núcleos de Puerto Naos y La Bombilla. Cada casa tiene al menos uno y en el exterior están colocados estratégicamente para poder obtener un mapa de riesgo que les ofrece en tiempo real cuál es la acumulación de gases y el peligro que supone.
"En el exterior, aunque marque una cifra elevada no hay peligro alguno porque se disipa en la atmósfera con mucha rapidez", nos cuenta uno de los bomberos que trabaja a diario en la zona extrayendo aire del interior de garajes. "Hacemos mediciones constantemente para comprobar la evolución de los gases. No podemos saber cuándo va a acabar esto pero tenemos más datos que al principio y eso ya es mucho", reconoce.
César Méndez es uno de los encargados del funcionamiento de la aplicación que controla los medidores de gases. Nos cuenta que los datos están disponibles para cualquier persona gracias al código QR del que dispone cada sensor de los que está en la calle. "El sistema no solo mide los gases sino que activa un protocolo por el que se avisa al personal de emergencia y a los propios vecinos en caso de que se superen los umbrales que puedan suponer algún tipo de peligro para la población".
Los vecinos tienen la obligación de tener una aplicación en el móvil que les avisa si los medidores que tienen instalados en sus casas superan los niveles de seguridad en cuanto al CO2, pero además los servicios de emergencia que también tienen acceso a esos datos, les llaman cuando ven algo anormal. "Y en el caso de que la situación se disparara demasiado, algo que nunca ha ocurrido hasta ahora, se activa un sistema de megafonía que está distribuido por todas las calles del pueblo para avisar a los vecinos de que tienen que abandonar la zona inmediatamente".
Prácticamente todos los vecinos tienen permiso ya para poder regresar a sus viviendas, solo una pequeña zona, la conocida como 'Playa Chica' sigue cerrada, allí la acumulación de gases sigue siendo muy peligrosa. El resto, insisten las instituciones es completamente segura si se siguen las indicaciones de seguridad. A pesar de este estricto control no son muchos los vecinos que se han decidido a vivir en la zona, muchos por miedo, otros quizás por desconocimiento o falta de confianza, aún esperan. Y mientras, este singular enclave costero de La Palma sigue viendo pasar los días a la luz de los atardeceres más bonitos de la isla.
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