Coronavirus
El colectivo de prostitutas pone de manifiesto su situación. El confinamiento decretado por el estado de alarma y la crisis del coronavirus ha provocado que no tengan ingresos en estas semanas.
En la Calle Molino de Viento, en Las Palmas de Gran Canaria, vive casi un centenar de mujeres. Se trata de una vía de pequeñas casitas adosadas, muy pequeñas y humildes. A sus puertas, que siempre han permanecido abiertas, de día y de noche, estas mujeres ofrecen habitualmente sus servicios, sentadas en sus sillas o a veces asomadas a las ventanas, a pie de calle. Desde que se decretó la cuarentena, las casas permanecen cerradas a cal y canto y sus inquilinas no tienen con qué comer.
De momento sólo algunas de ellas han recibido de manos de las asistentes sociales de Cáritas una ayuda económica, un vale de 150 euros para comprar en el supermercado. Pero nada más. También han recibido la llamada de Médicos del Mundo y del Colectivo Gamá (Lesbianas, Gays, Trans y Bisexuales de Canarias), que se han interesado por ellas.
Todas se encuentran en buen estado de salud, pero no saben hasta cuánto podrán aguantar así, sin ingresos y sin más ayudas, para el resto del encierro.