MELILLA I SE CUBRE ROSTRO Y MANOS
Chadia, a sus 15 años, vive en Melilla y no entiende la vida sin burka. Es la primera vez que una chica española no puede acudir a clase por llevar burka. Chadia asegura que nadie ha influido en ella para cubrirse completamente con un velo y con guantes.
Ni un solo centímetro de su piel está expuesto a la luz; sólo descubre sus ojos verdes amparada por los muros de su casa. El director de su instituto de Melilla le comunicó que su vestimenta no estaba permitida en el centro; además, según él, Chadia hacía proselitismo entre sus compañeras.
El velo islámico no es un problema en este instituto público: el 30% de las alumnas se cubren con hiyab, la prenda tradicional marroquí. Hasta ahora ninguna había utilizado el burka, una vestimenta afgana y que se relaciona con una visión más radical del Islam.
Penúltimo caso en Galicia
La polémica del velo en la escuela no es nueva: hace un par de semanas, en Galicia, Iklasse, una niña musulamana de 12 años, fue expulsada del colegio el último día de clase. El director no la permitió celebrar junto a sus compañeras la fiesta de fin de curso.
La normativa del centro impide llevar velo. La Junta autorizó el traslado del expediente a otro instituto situado justo en la acera de enfrente en el que sí se permite el hiyab, pero durante varias horas la joven permaneció sin escolarizar. La familia no descarta regresar a Marruecos para que la niña continúe sus estudios. De momento ha denunciado al director del colegio por abuso de autoridad.
La polémica es compleja: por un lado la libertad religiosa y el derecho a la educación garantizado por la propia Constitución y por otro la libre decisión de cada centro a elegir sus normas de comportamiento. Tampoco todos los casos son iguales: el hiyab enmarca el rostro tapando únicamente el pelo, pero Chadia ha elegido vivir su libertad en una cárcel de tela.