EL CENTRO HA CREADO UN PROTOCOLO PARA ESTOS CASOS
Marchante ha explicado que "hace cinco años pedí a la UB que cambiase mi nombre de mujer por el de Diego en las comunicaciones oficiales y la universidad me negó esta posibilidad alegando que antes era necesario que el cambio se reflejase en el Documento Nacional de Identidad".
Al conocer de la existencia de alumnos en una situación parecida, Marchante decidió recurrir a la Comisión de Igualdad de la Facultad de Bellas Artes, que remitió el caso a la Unidad de Igualdad de la UB, que a su vez consiguió que el equipo rectoral aceptase la propuesta y posteriormente llegase al Consejo de Gobierno de la UB.
Desde la aprobación del protocolo el pasado mes de septiembre, nueve alumnos de la Universidad de Barcelona han solicitado el cambio de nombre y ser tratados en función de su género. El profesor de Bellas Artes ha afirmado que después de una mañana "de muchos nervios", la UB "me notificó por whatsapp que iban a cambiar mi nombre".
Diego Marchante reconoce haber sentido en ese momento "una gran euforia y satisfacción", ya que por fin "me sentía reconocido por la universidad" y recuerda que la respuesta del resto de compañeros fue "muy positiva", ya que "me llegaron numerosas felicitaciones valorando mi valentía".
"Desde bien pequeño mi comportamiento no fue el de una chica normal", reconoce el docente, que recuerda que el día que le cortaron el cabello "fui la persona más feliz del mundo". Mi adolescencia fue "confusa y complicada", reconoce, pero con la llegada a la universidad "cambió todo" y, con 21 años, en el arte y el feminismo encontró "muchos referentes que evidenciaron que era un chico trans", ha confesado Marchante.
La puesta en marcha del protocolo es un "logro importante" ha valorado el profesor, quien reconoce que "aún queda mucho camino por recorrer", y que explica que la Universidad Pompeu Fabra (UPF) y la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) "se han puesto en contacto con nosotros, interesándose por el protocolo".
El profesor de la UB ha recordado el caso de Alan, el menor trans de 17 años que se suicidó en 2015 víctima del acoso escolar y que, a pesar de haber recibido la autorización de cambio de nombre de su DNI, "no pudo soportar el dolor y la presión recibidos desde hacía mucho tiempo".
"Me hubiese gustado poder decirle: cuando llegues a la universidad encontrarás los referentes que buscas, podrás ser tú y te valorarán por tu inteligencia, te llamarán por tu nombre", se lamenta Diego Marchante.