Delincuencia
Unos amigos de las víctimas denunciaron el secuestro tras recibir las exigencias de los captores. Una localización enviada antes de la captura permitió a la Policía identificar la zona donde estaban secuestrados. Habían pedido 50.000 euros de rescate.
Una localización enviada por WhatsApp y unos gritos de auxilio, lo tecnológico y lo más básico se conjugaron para poder resolver un secuestro. Todo ocurrió en tan sólo una noche y una madrugada en una barriada del noroeste de Málaga. Dos personas habían sido secuestradas y los captores reclamaban 50.000 euros como rescate. La Policía necesitó poco más de tres horas para liberar a las víctimas.
Viernes 20 de enero. Esa noche dos hombres acuden a la comisaría de Policía de Málaga. Creen que dos amigos pueden haber sido secuestrados. Han recibido mensajes por WhatsApp procedentes de los teléfonos de dos amigos. En ellos, supuestamente las víctimas, les pedían que reunieran 50.000 euros para poder ser liberados. Un primer dato facilitó el trabajo de la Policía: antes de ser capturado uno de los desaparecidos había compartido su ubicación con uno de los amigos. Esa localización llevó a los agentes hacia el barrio de Carlinda, en las afueras de Málaga.
De forma paralela, policías del Grupo I de Crimen Organizado de Málaga investigaban a las víctimas, a su entorno y a posibles enemigos. Pero fueron las gestiones en la barriada de Carlinda las que iban a dar resultado. Ya de madrugada, se estableció un dispositivo de vigilancia que incluía un helicóptero y perros rastreadores. Los investigadores localizaron el coche y siguieron la pista de los posibles captores hasta una casa en construcción.
Un zulo en un aljibe
Una vez allí, fueron los gritos de auxilio de los secuestrados lo que permitió llegar hasta ellos en el interior de un aljibe con acceso desde la casa en obras. Era el lugar utilizado a modo de zulo. Unos sacos de cemento sobre la tapa del aljibe impedía que los secuestrados pudieran escapar. Los agentes detuvieron a los supuestos captores, dos hombres españoles, de 35 y 43 años. Se les acusa de secuestro y de robo con violencia por la sustracción del coche de sus víctimas. La única arma que los policías encontraron fue una navaja tipo mariposa que podría ser la utilizada para intimidar a los amenazados.
La Policía no aclara los motivos del secuestro. No descartan que pueda tratarse de una deuda vinculada al tráfico de drogas. Los secuestrados estaban en buen estado de salud. Apenas llevaban unas horas en manos de sus captores. Pretendían un secuestro exprés, pero lo rápido fue la resolución por parte de la Policía.