Galicia
"Viendo que no me iban a dejar entrar con muletas decidí dejarlas en la taquilla y pasar sin ellas muy a mi pesar porque fue un sufrimiento enorme", relata Patricia.
Patricia, una vecina de Vigo, se encontraba el pasado 24 de julio en las inmediaciones del auditorio donde ese día se celebraba el concierto del cantante Pablo López para el que, desafortunadamente, no disponía de entrada. Mientras estaba sentada cerca de la entrada norte, un joven se le acercó para ofrecerle una entrada.
En vista del golpe de suerte que había tenido, decidió aceptar el desinteresado gesto del chico y entrar a ver el concierto: "No pensé que fuese a tener ningún problema, de hecho fui a ver a David Bisbal con silla de ruedas y muletas y nadie me dijo que no podía pasar", pero sí tuvo problemas en esta ocasión.
El concierto tenía lugar en Castrelos, un parque natural convertido en un auditorio al aire libre y, por lo tanto, carente de asientos. A él se puede acceder de dos formas: gratuita, al hemiciclo, o pagando una entrada para la platea, la zona más cercana al escenario y con un aforo de 5.000 personas de pie aproximadamente.
Patricia había conseguido entrada para esa zona más cercana al escenario: de pie. Cuando llegó a la puerta, el controlador de acceso le comunicó que debía llamar a su jefe para que valorase la situación y decidiese si podía o no pasar a la platea. La decisión fue que no: "Me dijo que tenía que presentar una entrada de minusválidos, que con muletas no podía entrar a la platea porque era una zona sin sillas y yo le expliqué que me puedo mantener perfectamente de pie con las muletas, pero me dijo que no".
Desde dentro de la organización aseguran que el coordinador del acceso le explicó que, en caso de dejarla entrar, estarían incumpliendo la normativa de seguridad en la que aparece reflejado que hay una plataforma designada para personas con movilidad reducida.
"Viendo que no me iban a dejar entrar con muletas decidí dejarlas en la taquilla y pasar sin ellas muy a mi pesar porque fue un sufrimiento enorme", relata Patricia. Por su parte, desde la organización: "Es un tema de seguridad que establece la concejalía, no está lo dictaminan los trabajadores. Para acceder al concierto con muletas tienes que solicitar acceso a la zona designada para personas con movilidad reducida. Seguridad para ellos y para el resto de los asistentes", explican.
Sin embargo, la indignación de Patricia aumentó cuando finalizó el concierto: "Iba a salir cuando vi que dos chicas que iban acompañadas de dos personas mayores se acercaban al encargado y le daban las gracias por dejarlos pasar. Ellos llevaban bastones, así que me enfurecí y le pregunté: ¿Cuál es la diferencia entre llevar bastones o unas muletas? Hizo aspavientos y no me quiso contestar".
Patricia no duda de la existencia o de la necesidad de la normativa de seguridad, sin embargo, no cree que la hayan sabido aplicar como deberían: "Repito que no soy minusválida. Me valgo por mí misma perfectamente y me mantengo y camino perfectamente. Supongo que al igual que las personas que entraron con sus bastones", apuntó.
"Llevo muletas para ayudarme porque tengo 26 grapas en la rodilla, pero me valgo por mí misma"
Una noche polémica que no dejó a ninguna de las partes conforme. Patricia cree que se cometió una injusticia y que fue discriminatorio, mientras que la organización mantiene que se ajustaron, por su seguridad, a la normativa vigente.