Vilagarcía de Arousa
Cerca de 30 mil personas llenan las calles de este ayuntamiento para disfrutar de uno de los eventos más destacados del verano en Galicia.
Bañadores, gafas de sol e incluso de buceo han sido las prendas protagonistas en la mañana de este viernes en las calles de Vilagarcía de Arousa (Pontevedra). Turistas de todo el país seleccionan a esta localidad de las Rías Baixas para disfrutar de sus vacaciones: buena gastronomía, paisajes y celebraciones como la de la 'Fiesta del Auga' que cada 16 de agosto atrae, también, a jóvenes llegados desde diversos puntos de toda la geografía gallega.
Puntualmente, a las doce del mediodía, arrancaba uno de los momentos más esperados del festejo: el agua empezaba a brotar desde los balcones, empapando a todos los asistentes, muchos de ellos equipados con pistolas y otros juguetes acuáticos.
Es la cara más divertida y gamberra de una celebración que empezaba horas antes, con el traslado de la imagen de San Roque en una procesión multitudinaria en la que estaba prohibido el lanzamiento de agua. Una instrucción que ha sido respetada por todos los participantes. Poco después, y antes de que el agua se convirtiese en la gran protagonista, se conocía al pregonero de las fiestas: el baloncestista coruñés Fernando Romay.
El programa de actividades arrancaba el jueves en la playa Compostela de la localidad. Hasta allí se desplazaron vecinos y turistas, para disfrutar de la música, la compañía de amigos y familiares y, en definitiva, de un ambiente festivo que se prolongaría –sobre todo para los más jóvenes– hasta el amanecer.
En este sentido, desde el consistorio han señalado que, durante la madrugada previa a la ‘Fiesta del Auga’, las incidencias fueron “relativamente bajas en relación a la multitud de personas y al importante movimiento que registró la ciudad”.
La enorme afluencia e interés que genera la 'Fiesta del Auga' de Vilagarcía de Arousa tiene su origen hace ya cuarenta años. Durante las procesiones de San Roque de 1984, los vecinos que cargaban con la estatua del santo empezaron a pedir agua a los asistentes a la procesión. Muchos de ellos, observando las aceras o incluso desde sus balcones, empezaron a lanzarles agua. Posteriormente, este acto anecdótico se asentaría hasta convertirse en una de las celebraciones más conocidas de Galicia.
Durante toda la jornada continuarán las celebraciones, en el marco de unas fiestas reconocidas como de Interés Turístico Nacional.
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