Marta Calvo
La Fiscalía también ha solicitado indemnizaciones para los familiares de las tres mujeres asesinadas y para las once víctimas de abusos sexuales de los que también se le acusa.
Marta Calvo fue asesinada hace ya más de dos años en la localidad valenciana de Manuel. Su cadáver aún no ha sido localizado pero si hay un presunto asesino, Jorge Ignacio P.J. El acusado reconoció en su momento haberla descuartizado tras una "muerte fortuita". Sin embargo, aún no ha confesado dónde se encuentran los restos de la joven.
Además de estar acusado del asesinato de Marta Calvo, Jorge Ignacio P.J. se enfrenta a otros dos delitos de homicidio, once de abusos sexuales y uno contra la salud pública según consta en el escrito de acusación al que ha tenido acceso EFE. Considerado como asesino en serie, la fiscal ha pedido 130 años de prisión para el acusado. Se reclama una pena de 10 años de cárcel por cada delito de abuso sexual y 15 por cada homicidio -con el agravante de género en todos los casos-, y otros 5 años por el último de los delitos (el de salud pública).
Además de la pena de prisión, la Fiscalía también reclama una indemnización para cada una de las víctimas o sus familiares. En cada caso de abusos el Ministerio Público pide 6.000 euros para las víctimas, y de 22.000, 90.000 y 180.000 euros para los familiares en el caso de los tres asesinatos.
La acusación particular pide prisión permanente revisable
No obstante, los padres de Marta Calvo siguen pidiendo la prisión permanente revisable, al igual que lo hacen el resto de víctimas personadas en la causa. Las otras dos mujeres presuntamente asesinadas por el acusado son Arlienne Ramos en marzo de 2019, con Lady Marcela Vargas en junio de ese mismo año. Jorge Ignacio P.J. habría utilizado el mismo método con las tres: mantener relaciones sexuales con ellas y, posteriormente, matarlas.
Las acusaciones particulares exponen en sus calificaciones que el acusado contrataba con frecuencia servicios sexuales de mujeres que se anunciaban en páginas de contactos, pidiendo siempre "fiesta blanca", una práctica sexual "letal a través de un ritual de intoxicación mediante la introducción de cocaína por vía vaginal o anal en sus cuerpos, mientras estaban desprevenidas, en ocasiones sin el conocimiento de éstas y en otras a pesar de su expresa negativa", añade el citado escrito.