Inquiokupa
Pidieron un crédito para reformar una casa que ahora está okupada. Se sienten engañados y ya no saben qué hacer, lo han intentado todo.
Francisca y Pedro viven de una única pensión de 1.000 euros, es el poco dinero que entra en la casa de esta pareja jubilada de un barrio de Madrid. Hace unos años invirtieron sus ahorros y pidieron incluso un crédito para reformar un apartamento que tenían y poder alquilarlo. "Esto yo lo tengo para comer", cuenta Francisca.
Lo hizo Pedro con sus propias manos, tardó un año en dejarlo como nuevo y alquilarlo por 650 euros al mes. Sin embargo, la idea de tener un dinero extra se torció cuando su inquilina dejó de pagarles.
Fue en octubre de 2019 cuando María José entró en el piso, una mujer viuda de 50 años. Un año después, en mitad de la pandemia del Covid, la alquilada dejó de pagar por problemas económicos. Una dificultad que Francisca y Pedro acogieron con entendimiento, pero poco a poco se fue convirtiendo en un contratiempo interminable.
Les debe más de 15.000 euros
Actualmente, la inquilina lleva dos años sin pagar nada del alquiler, les debe más de 15.000 euros y ha dejado una deuda de 600 euros de luz. Francisca ha intentado contactar con ella en varias ocasiones, pero nadie contesta a sus llamadas, mensajes y ni si quiera les abre si tocan el timbre. "En la vida me va a abrir", nos cuenta en la misma puerta de la que sigue siendo su casa y a la que no puede acceder.
Poco puede hacer la pareja más que denunciar, algo que ya han hecho, pero el desahucio se ha parado en dos ocasiones, "estamos atados de manos y pies", asume Francisca, quien sigue pagándole el agua y la comunidad a su inquiokupa.
Lo poco que ven de la vivienda es por las ventanas, "sabemos que está ahí dentro porque vemos luz por la noche", cuenta la pareja. Se asoman como pueden, pero no ven nada, una de las ventanas tiene hasta un cartón que tapa el interior. Francisca lo mira desde fuera asombrada, “mira cómo está todo, asqueroso”. Es otra de las preocupaciones, el estado de la vivienda y cómo se la encontrarán si algún día entran.
Se sienten engañados, ya no quieren dinero ni que nadie les pague la deuda, lo único que piden es que la que era su inquilina se vaya de la casa. Lo que iba a ser su salvavidas, ahora se ha convertido en su peor pesadilla.