EN JAÉN

La pava de Cazalilla vuelve a ser lanzada desde lo alto del campanario

Un año más se ha repetido la tradición en esta localidad gaditana y una pava ha sido arrojada desde lo alto del campañario de la la iglesia de Santa María de la Magdalena al término de la procesión de San Blas, patrón de este municipio de unos 850 habitantes. El acto ha estado rodeado de enfrentamientos entre defensores de esta tradición y defensores de los animales.

La pava de Cazalilla (Jaén) ha vuelto a ser lanzada este martes desde el campanario de la iglesia de Santa María de la Magdalena al término de la procesión de San Blas, patrón de este municipio de unos 850 habitantes, con enfrentamientos entre los asistentes, antes y después del acto. 

Cientos de vecinos y visitantes de poblaciones cercanas como Villanueva de la Reina, Mengíbar o Espeluy esperaban el lanzamiento de la pava, que en esta ocasión ha caído "a plomo", en contra de lo que suele ocurrir, cuando tras un corto vuelo es recogida por alguno de los presentes. 

La Junta de Andalucía ha multado en los últimos años con 2.001 euros -lo mínimo previsto por la ley- a las personas que han lanzado al animal desde el campanario (algunas veces lo han hecho con la cara oculta) y diversas asociaciones piden que se incremente la cuantía de la sanción, pues los propios vecinos recaudan el dinero con donativos y año tras año se repite esta actuación ilegal. 

Incluso este año, en una nota, la Asociación Nacional para la Protección y el Bienestar de los Animales (Anpba) pedía al Obispado de Jaén que cerrase la puerta de entrada al campanario de la iglesia para que no se llevase a cabo el lanzamiento, y de hecho antes del acto ha habido un enfrentamiento entre defensores de los animales y vecinos. 

Esta tradición se remonta al siglo XIX cuando dos familias enfrentadas sellaron la paz con la boda de sus hijos, enlace que celebraron con el lanzamiento de una pava desde el campanario.

La pava es arrojada cada año a una plaza abarrotada de público que espera hacerse con el animal, y la persona que la coge se compromete a cuidarla, aunque este año no se ha podido saber la identidad de la persona que la ha cogido, ya que los vecinos se han cerrado alrededor impidiendo ver el estado del animal, e incluso ha habido enfrentamientos con los medios de comunicación.

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