Bicicletas
Todo empezó cuando se encontraron con un cásico viral, es decir, que su hijo no usaba las bicicletas que tenía.
Todo comenzó con un problema cotidiano y de él resultó la virtud. José Luis y Lorena son padres de un hijo único y se toparon con un clásico vital. "Un niño de cuatro años, que ni andaba en bici, y que acumulaba seis en el garaje", explica el padre con cierta gracia. Estaban, entonces, en su casa de veraneo en Cantabria y, cuando quisieron regresar a Galicia- donde residen habitualmente- intentaron cederlas a vecinos de su residencia estival pero, sin éxito.
La fortuna les puso en Galicia en contacto con una persona de Guinea Bissau que se dedica a enviar contenedores con objetos para los que más los necesitan allí. "Mi mujer escribió en un grupo de Whatsapp que teníamos seis bicicletas y, al final, terminamos con unas treinta que donaron otras familias. Todas ellas directas para allí", explica José Luis.
Empezaron, entonces, a distribuirlas en Guinea en el año 2018 y, poco después, decidieron formar Recycling, una asociación sin ánimo de lucro que busca dar una segunda vida a las bicicletas. "Comenzamos acumulándolas en el garaje de mis padres pero llegó un punto que teníamos unas 150 y aquello se convirtió en algo insostenible". Después, un empresario les cedió un espacio para almacenarlas y, más tarde, la Diputación les permitió hacer uso de otro local en Lalín (Pontevedra), en el que continúan.
Suman, en estos años, más de 2.000 bicicletas donadas y han repartido un millar de ellas. "Ahora, sobre todo, por Galicia". De hecho, han establecido puntos de recogida en ciudades como Santiago, Pontevedra o Lugo porque ellos no pueden desplazarse a todos los rincones donde se les necesita. "No hay día en el que no te llamen dos o tres personas para contactarnos y ha llegado un punto en el que nuestros trabajos nos impiden estar en todas partes", dice José Luis.
Empezaron en Guinea, se extendieron a España y su solidaridad continúa sin límites porque ya tienen otro objetivo en mente. "A ver si en octubre podemos ir personalmente a Marruecos y enviar un contenedor con bicicletas", comenta. Pero los fondos con los que cuentan son insuficientes. "Si en 2019 un contenedor costaba 3.000 euros, ahora ya son 8.000. Es mucho dinero".
Y, ¿qué ocurre con esas bicicletas una vez las donan? Existe un seguimiento, siempre en segundo plano para evitar que los receptores se incomoden, pero está ahí. A veces las familias, cuando los hijos se hacen mayores, les devuelven los vehículos y les piden otros más apropiados para la edad de los pequeños y, otras veces, la casualidad les devuelve la pelota en forma de sonrisa. "Me estoy acordando de un día que reconocí una de nuestras bicicletas mientras paseaba por Lalín. La llevaba un niño y me hizo mucha ilusión", comenta orgulloso.
Actualmente cuentan con un stock de 400 vehículos, muchas ganas de expandirse y de seguir ayudando a otros. Pedaladas solidarias repartidas por todo el mundo.
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