Robos
Solo abre la puerta del local cuando reconoce a algún cliente. Ha sufrido tres robos en diez días.
Tres robos en semana y media han llevado a Margarita Gutiérrez a tomar una difícil decisión. Cerrar con llave la puerta de su panadería de Barakaldohasta la llegada de un cliente.
Todos esos robos han sido cometidos por la misma persona. El pasado Domingo, incluso, se puso violento. Margarita nos cuenta como el hombre trató de coger una lechera que usa como paragüero y al no conseguir levantarla la tiró al suelo comenzando a golpear las vitrinas del mostrador con sus puños hasta romper una.
Margarita se encierra durante las primeras horas del día. Cuando actúa el caco que cuenta con antecedentes policiales y ha pasado por la cárcel. Nos asegura que está nerviosa, alterada, angustiada. Afirma que el ladrón es agresivo y que nunca puedes saber hasta dónde va a llegar. “Miedo, claro que pasas miedo. Estar con la puerta cerrada no es plato de buen gusto”, recalca.
El hombre se lleva bandejas con empanadillas u otros productos de la panadería. "Su valor apenas alcanza los treinta euros, la bandeja que se lleva, en ocasiones, es más cara que lo contiene, pero para un pequeño negocio como este esa cantidad puede suponer mucho", se queja Margarita.
La Policía Municipal tiene identificado al ladrón; pero al cometer pequeños hurtos sale a las pocas horas del calabozo. Algo que no entiende su víctima. "Que le retiren de la calle. Por lo menos que lo ingresen en un psiquiátrico", asegura.
Durante estos días, Margarita ha recibido el cariño de sus vecinos. Un hombre nos dice "que tenga todos estos problemas ya desde primera hora del día le rompe todo el trabajo hecho a primera hora". Otra mujer la apoya comentando que "nadie tiene que estar encerrado en su negocio para poder atender a la gente".
Margarita se queja, con amargura, que los robos de este hombre le están además restando clientes. "Yo si las mañanas tenía ocho clientes, ahora me vienen cuatro. Hoy mismo he comprobado que de la gente de primera hora no ha venido nadie".
Una vecina nos asegura que la calle donde se encuentra la panadería, Juan de Garay, "se está poniendo horrible". Precisamente a cien metros del comercio amanecía una gran balaustrada de piedra de unas escaleras totalmente destrozada.