Inmigración
A los 12 años, Ousman dejó Ghana y lleguó a Europa después de atravesar la mitad de África en un viaje de 5 años. Ahora ayuda a su país a través de una ONG que ha creado él mismo.
“Necesito contar esta historia hasta que no haya más historias como esta que contar. A los 12 años me fui de Ghana y llegué a Europa después de atravesar la mitad de África en un viaje de 5 años. Crucé el Sáhara a pie, crucé el mar en patera y vi morir en el camino a muchos de mis compañeros de viaje”.
Así comienza Ousman Umar el relato de su vida. Una vida que comienza torcida: su madre murió durante el parto y eso, en su cultura, es una maldición: “Yo estaba predestinado a la muerte porque allí creen que si en este proceso del parto la madre muere es porque el bebé tiene un espíritu demasiado poderoso. Gracias a la protección de mi padre, al que respetaba la comunidad porque era el chamán de un pueblo de 100 habitantes, conseguí sobrevivir hasta los 9 años”.
A esa edad se marchó de casa “por pura curiosidad” y también desconocimiento. Estudió soldadura y descubrió que el trabajo infantilestá totalmente aceptado e integrado en su país de origen. La falta de formación, de información, y su cabeza llena de curiosidad, “quería entender qué hay más allá”, le hicieron cruzar más de ocho países a pie. “Desde Ghana crucé todo el desierto del Sáhara a pie hasta Libia. Yo no soy matemático, pero sé contar: de 46 que empezamos, tres largos años después, solo seis llegamos con vida a Libia. ¿Y los otros 40?”. Cuando llegó a Libia “era un niño de 12, 13 años. No hablaba el idioma, no conocía a nadie. Había que dormir, comer y trabajar”. Y así sobrevivió cinco años. Hasta que se subió a una patera y cruzó el Mediterráneo.
Ousman llegó a Málaga con 17 años. De allí lo trasladaron a Barcelona, “una selva de cemento donde no hay ni fruta”, asegura, “hasta que descubrí que en la basura tiran comida”.
Su ángel de la guarda
“La gran mayoría de los emigrantes africanos venimos aquí, a Europa, a buscar oportunidades; a encontrar una oportunidad mejor de lo que tienes. Esperas llegar a un mundo donde te traten mínimamente como un ser. Y cuando llegas aquí te das cuenta de lo solo que estás”. Pero Ousman tuvo suerte: un día conoció a Montse, “mi ángel de la guarda” dice de la que se convirtió en su madre adoptiva. “Una mujer que no hablaba mi idioma, ella no entendía ni una palabra, pero entendió que necesitaba ayuda.
Después de dos meses en la calle, de repente estaba en una casa con calefacción, agua caliente, ropa limpia, un plato de comida. Aquel día, Montse me acompañó a mi habitación como si fuera un niño de 5 años, me dio un beso, apagó la luz y cerró la puerta. No fui capaz de cerrar los ojos, pasé toda la noche llorando y preguntándome por qué, qué hemos hecho mal para merecer tanta tortura. Hasta que la mañana siguiente entendí que la pregunta no era “por qué” sino “para qué”. Para dar voz a todos aquellos que no llegaron y trabajar en el origen para evitar que futuras víctimas no caigan en aquella trampa infernal. Así que la idea de crear la ONG “NASCO Feeding Minds” se me ocurrió aquella noche”.
A esto es a lo que dedica su vida Ousman: a alimentar mentes en su país, en Ghana, a través de su ONG. “Nos encargamos de abrir escuelas informáticas en Ghana para que los niños ghaneses tengan acceso a la formación, a la información y a nuevas oportunidades. Hace diez años vi que internet es una auténtica oportunidad para solucionar el problema de la emigración. Así que tuve que poner mis recursos para crear las primeras escuelas de informática allí. Ya hay más de 53 colegios en Ghana que utilizan las 17 aulas informáticas que no reciben ninguna subvención de los gobiernos; son los socios los que contribuyen para pagar los sueldos de los profesores para que los 6.200 niños que tenemos en las escuelas puedan seguir teniendo acceso a la educación digital para poder trabajar, el día de mañana, desde Ghana, para diferentes empresas”, nos cuenta.
No hacen caridad, crean prosperidad
Y ha ido más allá. Porque además de su ONG y las escuelas, Ousman ha creado la empresa NASCO Tech. Una 'startup' para dar trabajo a los que ya están en sus programas formativos. A día de hoy ya hay 19 personas trabajando en Ghana para siete empresas de España. “Sin necesidad de subir a una patera o saltar una valla. Están trabajando en su casa, cerca de su gente, compran en su pueblo y contribuyen al desarrollo de su país. Esto sí es ayudar”, sentencia Ousman, que subraya que no hacen caridad, crean prosperidad.