UN VIAJE EMOTIVO
Cada día la primera actividad en esta inmersión sociocultural es una clase de chino, un acercamiento a la lengua de sus orígenes. La mayoría aprendió a hablar en otra lengua. Para ellos el chino es algo nuevo, pero les fascina la cultura de sus ancestros. Tras las clases, les toca pasar el día con una familia. Muchos de ellos reconocen que este viaje les está despertando la curiosidad por aprender más sobre sus lugares de nacimiento.
Hace una década, China abrió la puerta a este tipo de viajes y, desde entonces, más de 4.000 niños adoptados en todo el mundo han vuelto a descubrir sus raíces. El objetivo es reforzar la autoestima de unos menores que crecen con el peso de las preguntas sin respuesta.