Volcán La Palma
El párroco Domingo Guerra ha convertido su parroquia de El Paso en un centro de solidaridad en La Palma. Por la erupción del volcán, ha acogido a afectados y voluntarios, pero aún les queda trabajo por hacer.
Por fin llega la tranquilidad a la isla de La Palma y a unos vecinos que han vivido con la permanente inquietud de saber si la lava arrasaría sus casas. Una de las personas que más ha hecho por tratar de aportar algo de calma en unos momentos tan complicados es el párroco Domingo Guerra. Su parroquia ha sido todo este tiempo un centro de solidaridad.
La voracidad del Cumbre Vieja arrasó con miles de viviendas dejando desamparadas a muchas personas. Domingo Guerra es el párroco de la iglesia de El Paso, donde ha dado cobijo a muchas personas que lo han perdido todo por la erupción del volcán. "Se ha acogido a muchas familias, también a voluntarios que han venido a ayudarnos. Esta es la tercera erupción que he vivido y es la más dura", explica Guerra a Mónica Carrillo.
Los voluntarios se organizan en la propia iglesia. Tienen una zona que se ha establecido para dormir y una cocina. "Aquí nos arreglamos", explican sobre el espacio que comparten. En total, son 16 personas que se han puesto al servicio de las personas afectadas por el volcán de La Palma para ayudarlos.
"La mayoría de la gente deja su trabajo o pide vacaciones unos días", explican ya que la mayoría también tienen obligaciones en otras localidades. "He venido para aportar un poco al menos", "hay mucho sufrimiento de una serie de personas que viven aquí, que lo han perdido todo y ahora es cuando queda el trabajo de verdad", dicen.
Cuentan que se han acercado dos chicas que les han llevado dos cajas de bombones envuelta en papel de superhéroes. Dos mensajes: de agradecimiento y de considerar héroes a las personas que están ayudando sobre el terreno.
El volcán de Cumbre Vieja parece que se apaga, pero la solidaridad continúa.