Galicia
Un matrimonio de alrededor de 70 años que vive en la calle Montevideo, en A Coruña, lleva siete meses sin salir juntos de casa por miedo a que los okupas puedan meterse en su vivienda si la dejan vacía por unas horas. De hecho, en el tercer piso de su edificio habitan unos okupas que forzaron la puerta para entrar aprovechando que no había nadie dentro.
La pesadilla de este matrimonio y de los demás vecinos comenzó con el confinamiento, en marzo del año pasado. Un grupo de okupas se instaló en los bajos comerciales del edificio, pero no tardaron en acceder a una de las viviendas tras forzar la cerradura. Empezaron los ruidos a deshora, las peleas, gritos de madrugada, los insultos y las amenazas.
Debido a ello, Jenaro y su mujer hacen turnos para salir de la vivienda. Si él tiene que ir a la compra, ella se queda en casa. Ocurre lo mismo si es ella la que tiene que ir a la farmacia, por ejemplo, él la espera en la casa. Comentan que el miedo no es tanto por los okupas que ya viven en el edificio, si no por si vienen otros nuevos.
El último episodio tuvo lugar la semana pasada, cuando Jenaro recriminó a una de las okupas que rompiese parte del cristal y forzase la puerta de entrada del edificio. Ella no se lo tomó bien y empezó a gritarle. Ahora, con la cerradura forzada, la puerta está permanentemente abierta y cualquier persona puede entrar o salir sin llave.
Manifiestan que han acudido al juzgado para quejarse de la situación, pero se ha encontrado con la misma respuesta que en otras ocasiones. A pesar de que viven de alquiler allí desde hace más de 40 años, Jenaro no es propietario de su vivienda y "estas cosas sólo las puede presentar el dueño", le han vuelto a decir. El inmueble pertenece a un "fondo buitre" con sede en Madrid, según afirma el propio afectado, que lamenta que la firma propietaria no "mueva ni un dedo" para solucionar el problema.
Por su parte, otros vecinos prefieren mantenerse en el anonimato, aun así, muestran su preocupación: "Desde que llegaron, yo no he vuelto a dormir tranquila", afirma una de ellas, de avanzada edad. "Es lo peor que te puede pasar, es un horror, y nadie hace nada", lamenta otra.
Además, les preocupa que los okupas se muevan por el edificio a cualquier hora, sin mascarilla, sin respetar la distancia social e incluso fumando en las escaleras.