Acampada reivindicativa
La plaza de Cataluña de Barcelona acoge, desde hace más de dos meses, dos acampadas reivindicativas de signo diverso, una para reclamar la república catalana y otra que protagonizan personas sin hogar para pedir una vivienda digna.
Ambos colectivos, cuya convivencia no es idílica y han tenido roces, aseguran que se quedarán hasta que puedan, lo que puede ir para largo, ya que fuentes del Ayuntamiento de Barcelona han señalado que un eventual desalojo corresponde a los Mossos d'Esquadra y no a la Guardia Urbana.
Los independentistas, entre quince y treinta personas en función del día, llevan 64 jornadas acampados, una cifra que actualizan a diario en una pizarra colocada junto a una tienda donde venden lazos y bufandas amarillas y otros productos de promoción para recaudar fondos en favor del "procés".
Una de las activistas, Marta Claver, ha explicado que pretenden quedarse "hasta que haya república", aunque reconoce que, en realidad, "no será así, porque podrían pasar años". "Lo que sí aseguramos es que estaremos aquí, como mínimo, hasta que se haga caso de lo que el pueblo ha votado y hasta que se nos escuche".
Según Claver, los Mossos d'Esquadra les hicieron llegar una orden de desalojo cuando llevaban solo unos días, aunque finalmente no se ejecutó. Sin embargo, con el día de Sant Jordi, el 23 de abril, a la vuelta de la esquina, un momento en el que la plaza de Cataluña se llena de platós de medios de comunicación que hacen programas especiales y de paradas de libros y rosas, la activista admite que es "posible" que el desalojo llegue antes de esa fecha.
A unos pasos de las tiendas que ocupan los independentistas, se encuentra otra acampada, en este caso de personas sin hogar que reclaman una vivienda digna. Este colectivo llegó unos días después de los independentistas y, a día de hoy, son unas 50 personas de varias nacionalidades.
Uno de ellos, que se identifica tan solo como Germán, ha explicado que reclaman "una casa digna, atención médica y, en definitiva, las necesidades básicas de cualquier persona". También reconoce que no van a poder acampar "permanentemente", sino que es algo "circunstancial", aunque ha asegurado que, si le desalojan, se pondrá "en un lugar visible con un cartel reclamando derechos humanos".
Susan, que viene de Finlandia, lleva un mes acampada con las personas sintecho para reclamar "libertad, respeto a los derechos humanos y un trabajo". Esta acampada se ha convertido también en el refugio de muchas personas sin hogar que se instalan en la plaza para evitar que les roben durante la noche.
"Me vine porque por lo menos hay más gente; me siento más seguro y no nos roban. Aun estando en la calle, nos vienen a robar por la noche. ¿Qué nos quieren robar?", se pregunta Germán. Independentistas y personas sin hogar admiten que el enclave elegido no es casualidad, sino que buscan visibilidad en un lugar "muy céntrico y con mucho turismo".
Sin embargo, la convivencia entre ambos grupos no es fácil, ya que los independentistas se quejan de los conflictos que, aseguran, generan algunas de las personas sin hogar, y éstos, a su vez, se lamentan de la "falta de comprensión" de los que defienden la república catalana.
"Reclaman algo muy lícito: derechos humanos y tener un techo, y esto en la república también lo queremos, pero hay muchas formas de hacerlo", señala Claver, que lamenta los conflictos que generan las personas con adicciones durante la noche.
Por su parte, Germán acusa a los independentistas de "pensar solo en sus intereses políticos y no en las personas que tienen al lado", ya que afirma que "solo miran" como los sintecho se pelean con grupos que les atacan y no les quieren dar comida para que no vayan todos los días a pedir.