Pandemia
La pandemia ha enseñado a la sociedad que la solución ha llegado de la mano de la ciencia y de la investigación: las vacunas, que han marcado un antes y un después. Antena 3 Noticias ha hablado con Margarita del Val, inmunóloga del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, con ocasión del tercer aniversario de la declaración del estado de alarma.
La pandemia ha enseñado a la sociedad que la solución ha llegado de la mano de la ciencia y de la investigación: las vacunas. Estas han marcado un antes y un después. La inmunóloga Margarita del Val defiende que se desarrolle "una salud" única, en la que se integre la salud animal, la ambiental y la humana. “Tenemos que aprender de los insectos, que son una posible amenaza", asegura una Del Val que aboga por un aire más limpio, factor imprescindible para que no se propaguen las infecciones, y por prestar toda la atención a la salud mental.
Antena 3 Noticias ha hablado con Margarita del Val, inmunóloga del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, con ocasión del tercer aniversario de la declaración del estado de alarma.
PREGUNTA: ¿Qué hemos aprendido de la pandemia?
RESPUESTA: Hemos aprendido que hay que tener actuaciones muy tempranas ante las enfermedades infecciosas, que no tienen fronteras y que se expanden muy fácilmente. Hemos aprendido que de la investigación, de la ciencia, de la tecnología y de la colaboración con las empresas nos llega, primero, la esperanza de las vacunas y, luego, nos han llegado las soluciones, que han sido las vacunas, que han sido un antes y un después. Esto lo tenemos que aplicar a futuras emergencias. Ya no solo a enfermedades infecciosas, sino a cualquier otra emergencia. Tenemos que darnos cuenta de que el conocimiento es lo que nos va a traer las soluciones y no solo el sacrificarnos como tuvimos que hacer en la primera oleada.
"Lo importante es el papel de la sociedad: una sociedad importante, madura e inteligente a la que hay que dar las explicaciones, los conocimientos y las correcciones que tengamos en cada momento"
Lo importante es el papel de la sociedad. Una sociedad importante, una sociedad madura e inteligente a la que hay que darle las explicaciones y los conocimientos que tengamos y las correcciones que tengamos en cada momento.
Hemos aprendido que, en muchos países del mundo, hemos tenido una asignatura muy poco avanzada, que era el análisis de los datos. Los datos dicen muchas cosas y es el futuro. Justo en el momento en el que la inteligencia artificial está madurando para poder aprender mucho de los datos. Los datos valen mucho cuando se comparten y es el campo que me pilla más cerca.
P: Ha hablado de “una salud”. ¿Qué significa de cara al futuro y a las próximas generaciones hablar de “una salud”?
R: “Una salud” es un concepto de hace 20 años que nos hace conscientes de que la salud humana en el campo, sobre todo de las enfermedades infecciosas, está muy relacionada con la salud de los animales. Aproximadamente tres cuartas partes de las infecciones que sufrimos las personas sabemos de qué especie animal se originaron. Saltan de los animales a las personas y de las personas a los animales. Somos un animal más en este ecosistema.
"Tenemos que aprender de los animales"
La salud de los animales es importante: hay que conocerla y hay que integrarla. Ambas están muy relacionadas con la salud del medioambiente. Un medioambiente que está desequilibrado, que está contaminado, tiene un impacto muy directo en la contaminación de la salud humana, también en la salud de los animales, en el estrés de ambas poblaciones y en la mayor susceptibilidad ante las infecciones.
Tenemos que aprender de los animales,incluso de los insectos, que son unas de las posibles amenazas de traernos posibles pandemias. Enfermedades que antes eran tropicales, transmitidas por insectos, ya están en el Mediterráneo y esperamos que sean solo epidemias locales o brotes y que no sean pandemias.
P: Y en este aspecto ambiental usted habla del aire limpio, que nos provocará una menor exposición a las infecciones. ¿Es correcto?
R: En el siglo XIX aprendimos que el cólera se transmitía por el agua potable, que no era tan potable, porque a veces tenía contaminación de aguas residuales. Bueno, pues de ese aprendizaje se potabilizó el agua, se pusieron regulaciones de cuántos microorganismos, qué cantidad de cloro puede llevar y eso ha salvado una gran cantidad de vidas. Bajaron las infecciones drásticamente, la mortalidad infantil…
Subió la esperanza de vida de 35 años en España a principios del siglo XX a los 80 que tenemos ahora. Igual que tenemos agua potable, lo mismo tiene que ocurrir para el aire, el aire tiene que ser más limpio y tiene que estar garantizado por los poderes públicos. Hemos reaprendido, porque lo sabíamos de la tuberculosis, que la transmisión de muchas enfermedades respiratorias, en mayor o menor grado, es por el aire que respiramos y que ha respirado antes otra persona que puede estar contagiada o no.
"Al igual que tenemos agua potable, el aire tiene que ser más limpio y tiene que estar garantizado por los poderes públicos"
El aire, muy respirado por muchas personas trae mayores probabilidades de que nos infectemos nosotros. Y por ello, hay que tener un aire más limpio, no un aire estéril, sino un aire más limpio, porque eso bajará la cantidad de enfermedades que tengamos por vía respiratoria, que la peor época del año para la mortalidad es un invierno. La mayoría acaba desencadenando la mortalidad una enfermedad respiratoria. Tendríamos que tener menos absentismo laboral, tendremos más calidad de vida en general y tendremos menos problemas en los mayores. Muchos de los mayores acaban con una neumonía que acaba con ellos y hay muchos casos de neumonía. Pero casi lo más importante es darnos cuenta de que la transmisión por el aire cuando la controlemos ocurrirá como la transmisión por el agua.
No podemos traer una epidemia desde un país remoto del mundo que no tiene la suerte de tener el agua tan potable como nosotros, porque aunque uno de nosotros venga enfermo, aquí no lo podrá transmitir porque no entrarán en contacto las aguas residuales con el agua potable. Lo mismo tiene que ocurrir para que las epidemias, los brotes que ocurren en cualquier lugar del mundo, de una nueva enfermedad respiratoria, que lo más probable es que venga de un animal, vuelva a 'una sola salud'.
Lo más probable es que si controlamos la calidad del aire iremos logrando que eso se quede en un brote o en una epidemia localizada geográficamente y que no salte al resto del mundo y, por lo tanto, que no cause el problema que causa una pandemia, el problema social, problema de sufrimiento humano, el problema económico.
P: En esa salud ¿qué papel debe jugar de cara al futuro la salud mental?
R: La salud mental es importantísima, y nos hemos dado cuenta con la pandemia porque hemos tenido todos miedo, ansiedad, estrés, depresión. Todos hemos tenido un par de ellas y unos lo han superado mejor que otros, pero es muy importante. Hay que integrar todo, en la salud mental esperemos que pase el estigma que se le tenía antes, que se hable mucho más de ella. Hablamos más de ella, pero es muy importante. Y yo lo recuerdo en los primeros momentos de la pandemia, que yo ya empecé a decir atención, que la gente está muy agotada y necesita más tranquilidad, y eso es algo que es vital. La salud mental probablemente haya agravado algunos casos del COVID persistente y haya contribuido a que hayan sido más duros.