Opinión
Manu Sánchez habla del 'Blue Monday', el hartazgo generalizado y la sensación de tristeza permanente tras dos años de pandemia, pero pide que nos "cobijemos" en la sociedad española y en esa gente que cada día "aprieta los dientes para sacar su vida adelante"
Ha sido Blue Monday. El día más triste del año. El problema es que ahora Blue Monday es cada día. Es la sensación que uno no se puede quitar de encima. "Qué tal, cómo estás?", esa pregunta de siempre, a la que siempre se contestaba: "bien, bien", ahora como mucho solo encuentra un "ahí vamos, sobrevivimos...".
Estamos tristes, hartos, enfadados, cansados, no podemos más. Así nos tiene esta sexta ola. Las navidades han sido aún peores que las anteriores. El año no ha empezado como el de la recuperación. Ha empezado como el de la resignación. Resignación a seguir viviendo esta distopía que ya va para dos años, esta mala película de ciencia ficción, esta vida, de mascarillas y vacunas, instalada en una permanente provisionalidad.
Y lo peor: con la impresión, los que ya tenemos algunos años, de que ya va a ser la vida que nos queda, que nunca volveremos a ver aquella que teníamos. ¡Con lo que nos quejábamos, lo que la echamos de menos! ¿Qué hacemos? Pues lo que ha hecho siempre el ser humano hasta ahora: salir de ésta. Cobijarse en esa sociedad que, con su músculo, salva cada día España.
Ese gran grupo humano de izquierdas, derechas, de arriba, de abajo que siempre acaba encontrándose en un punto: el del sentido común. Ese es su partido. Esa gente que se levanta cada día apretando los dientes para sacar su vida adelante y que, al hacerlo, contribuye a sacar también la de los demás. Esa gente que, pacíficamente, con su actitud, llama a la rebelión y nos dice: "dejemos de parecer cadáveres de permiso o muertos de vacaciones".