Día de Todos los Santos
Solo la pandemia alejó a Manolo Méndez de acompañar los restos de su mujer en el cementerio de San Mauro, en Pontevedra. Con ella tuvo 9 hijos y todos los días prepara la silla para sentarse un rato junto a ella.
No falla ni un solo día. Da igual el tiempo meteorológico que haga. Manolo Méndez, de 92 años, lleva ocho años visitando la tumba de su mujer a diario en el cementerio de San Mauro (Pontevedra).
Cada mañana, en torno al mediodía, Manolo hace acto de presencia en el camposanto pontevedrés acompañado de su hija Mila: “Antes venía él solo, pero a raíz de que empezó a perder la vista le acompaño yo” explica ella.
Ya ubicado delante del nicho, abre su silla plegable y pasa allí como mínimo media hora. A veces habla con “su María” -a pesar de que su mujer se llamaba Eladina-, otras veces solo se queda sentado en silencio. Todo ello mientras su hija adecenta la tumba: “Para nosotros es como ir a tomar el café”.
Fue en 2014 cuando su mujer, con la que tuvo nueve hijos, falleció después de una lucha contra el alzhéimer. Desde aquellas comenzó con este particular ritual diario que seguirá haciendo “hasta que pueda y esté yo ahí”, dice Manolo señalando el nicho. “Esperemos que llegue por lo menos hasta los cien años” comenta su hija esbozando una sonrisa, “y cuando mi padre no pueda venir yo seguiré viniendo”.
Para ambos, el día de Todos los Santos, no es una jornada tan especial: “Como venimos a diario, para nosotros cada día es especial” dicen. Aun así, Manolo no puede evitar emocionarse al decir que la echa de menos. Algo que intenta mitigar con estas visitas diarias a la tumba de la que fue compañera de vida.
Los homenajes a los fallecidos se han repetido en toda España. En el cementerio de Moya, en Gran Canaria, han recordado a los vecinos que vivieron su historia en la localidad con un concierto homenaje y 3.000 velas.