Okupas
A Lourdes, de 76 años, le cambió la vida hace 18 meses cuando los okupas entraron en el edificio en el que ella vive. Ahora es la única inquilina que vive y así narra su pesadilla diaria.
Un año y medio separa la vida tranquila en un edificio de A Coruña de la pesadilla que viven hoy sus dos últimas inquilinas. El inmueble, situado en la calle Montevideo de la ciudad herculina, fue okupado hace 18 meses por varias personas. "Rompieron la puerta del portal, los cristales, entraron y empezaron a ocupar las viviendas vacías", relata Lourdes, como se puede ver en el vídeo de la parte superior.
Ella, de 76 años, vive allí, con una de sus cinco hijas, desde 1973. Es la única inquilina que ha resistido esta invasión. Los vecinos del segundo piso, un matrimonio que llevaba instalado desde 1975, se marcharon el pasado 9 de septiembre. "No aguantaban más", asegura Lourdes. Desde entonces la convivencia es insoportable.
Una pesadilla diaria por los okupas
"Hacen ruido, se pelean entre ellos, consumen drogas… aquí ha habido hasta sangre", relata Lourdes bajando el tono porque fuera de la vivienda, en la escalera, se escuchan pasos de manera incesante. Dicen madre e hija que no importa la hora, el trajín de gente es continuo, día y noche.
Ellas no pueden dormir y están nerviosas y asustadas: "A veces tenemos pánico, porque gritan, se insultan, llegaron a causar fuego en los contadores de la luz y hace unos días intentaron entrar en casa". Por suerte, no lo consiguieron. Lo único que pueden hacer es avisar a la Policía cada vez que hay un incidente. "Los policías se portan muy bien, el problema es la ley, que los protege más a ellos que a nosotras", lamenta Lourdes.
La situación se ha vuelto tan insoportable que las dos inquilinas han embalado todas sus pertenencias por si en algún momento la cosa se pone fea y tienen que abandonar su domicilio. Lourdes, que es pensionista y tiene a su hija a cargo, paga aquí unarenta antigua. Su único deseo ahora es llegar a un acuerdo con la inmobiliaria propietaria del edificio para irse a otro piso "en las mismas condiciones de arrendamiento" porque no pueden permitirse pagar un alquiler normal.