SU EXPAREJA Y EL SUPUESTO AMANTE DE LA MUJER
La juez que investiga el homicidio de un agente de la Guardia Urbana de Barcelona, cuyo cadáver apareció calcinado en el pantano de Foix, reconstruye el crimen en presencia de los dos encarcelados, su expareja y el supuesto amante de la mujer, ambos urbanos, en casa de ella en Vilanova i la Geltrú.
Según han informado fuentes de la investigación, la titular del juzgado de instrucción número 8 de Vilanova i la Geltrú (Barcelona), que mantiene el caso en secreto, ha dirigido una reconstrucción del crimen en el domicilio de Rosa, la expareja del agente fallecido.
En la reconstrucción del homicidio han estado presentes tanto Rosa como Alberto, el también agente de la Guardia Urbana con quien supuestamente mantenía una relación a escondidas del fallecido. La juez acordó el pasado 16 de mayo enviar a prisión a los dos agentes, que fueron detenidos por los Mossos d'Esquadra acusados de matar al agente en Vilanova i la Geltrú y posteriormente calcinar el cadáver, oculto en el maletero de su coche, en un camino apartado del pantano de Foix (Barcelona).
La principal hipótesis de los investigadores es que los dos encarcelados mataron a su compañero después de que éste descubriera que Rosa, de 33 años y con quien vivía en Vilanova i la Geltrú desde el pasado verano, había reanudado a escondidas una relación sentimental con Alberto, un urbano con quien había estado unida en el pasado.
Los investigadores sospechan que el agente fallecido, tras descubrir que su pareja le engañaba con Alberto, les amenazó con desvelar información relevante sobre un proceso en el que ambos habían sido investigados en 2014, en una causa que fue archivada relacionada con la muerte de un 'mantero' que se precipitó por un acantilado al huir en un dispositivo de la Urbana en el que ambos participaban en Montjuïc.
El agente detenido ya fue condenado en 2013 por un juzgado de Barcelona a una multa de 300 euros y a una indemnización de 600 por una falta de lesiones por agredir a otro mantero, de origen senegalés, en un dispositivo de la Urbana contra la venta ambulante.
Ambos solo han reconocido haber participado en hacer desaparecer el cuerpo y es que sus teléfonos les sitúan cerca del lugar donde apareció el cadáver calcinado de la víctima.
Ella defiende que Alberto le obligó a ir a su casa y luego mató a Pedro y asegura que no lo denunció porque era muy violento. Mientras, él asegura que eran amantes y que Rosa le llamó pidiéndole ayuda. Cuenta que ya había matado a Pedro y que cuando llegó, el cuerpo ya estaba en el maletero.