Metro de Madrid
En este siglo, los cambios han sido enormes y las anécdotas, innumerables. La primera ocurrió el día del estreno cuando la foto oficial salió mal y hubo que retocarle los ojos al rey Alfonso XIII. El monarca no podía cerrar los ojos al progreso.
Madrid sufría los primeros atascos y, por eso, completó con un millón de pesetas los ocho que presupuestaron los tres promotores del metro. "Tenían cierto temor, no se lo acababan de creer", reconoce Javier, el sobrino nieto de uno de ellos.
Desde Sol a Cuatro Caminos eran ocho estaciones y diez minutos. El precio del viaje era de 15 céntimos y los billetes eran vendidos por mujeres. Toda una revolución para la época, aunque eran despedidas cuando se casaban.
El Metro de Madrid no ha cerrado nunca, ni siquiera en la Guerra Civil cuando sirvió de refugio, ni a finales de los años 70 cuando se inundaba y se colapsaba por la falta de inversiones.
Luego llegó la primera expansión. El plano del Metro se fue llenando de estaciones hasta las 302 que existen en la actualidad.
Un metro para viajar, leer y, también, para luchar por un metro de espacio. Un Metro centenario en busca de la siguiente parada.