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Después de meses confinados sin poder sacar las ollas a la calles, estas maestras del oficio del cocer han vuelto a sacar su muestrario a O Carballiño, meca de peregrinación del pulpo, un oficio que se remonta al siglo XVII. En esta ocasión, con novedades.
A las tijeras, aceiteras, pimentón y un cefalópodo de ocho patas en su punto perfecto de cocción, hay que sumar mascarillas, mamparas, geles y todo tipo de medidas de seguridad en la nueva normalidad.
Todo un desafío, en una comunidad que siente devoción por el pulpo, en sus diferentes formas de preparación . En esta nueva normalidad, han sido las personas más buscadas durante este primer día de feria.
En las calles, largas colas para hacerse con una ansiada ración del preciado producto, regado con aceite de primera calidad, sal y pimentón.