Coronavirus
Este domingo se cumple un año desde que entró en vigor el estado de alarma que impuso un confinamiento domiciliario en España que duró dos meses ante el incesante aumento de casos de coronavirus.
España fue uno de los primeros países en decretar un confinamiento. Siguió el ejemplo de Italia, y después, muchos otros, como Francia, aplicaron cierres muy parecidos.
Algunos como Suecia no quisieron imponer nada y otros tardaron bastante en darse cuenta de que era en ese momento, la única solución. El mundo se frenó ante un virus que nos ha dejado imágenes difíciles de olvidar.
Hace un año el coronavirus se extendía por el planeta, llenaba los hospitales y vaciaba las ciudades. Este año ha dolido respirar y ha costado levantarse cada mañana.
Hemos aprendido de soledad, mientras el coronavirus se llevaba lo que más queríamos; nuestros familia, nuestros amigos, nuestra vida. Han sido 12 meses en los que hemos hecho un máster en desinfectantes, test y vacunas.
Un año para reivindicar que estamos vivos, que estamos enfadados, que somos generosos y frágiles, que somos iguales, que el planeta no es tan grande para un virus. Por delante la esperanza de un nuevo día a día, de esa cotidiana normalidad que antes tanto nos pesaba.
Cuando se activó el primer estado de alarma habían muerto en España 288 personas, 152 en un solo día; los datos recogidos el pasado viernes computan 173 fallecidos en 24 horas.
Los fallecimientos contabilizados oficialmente se ha multiplicado hasta los 72.258, y los contagios, cerca de 8.000 personas antes del confinamiento, llegan un año después a los 3.183.704 infectados, eso sí, con una capacidad mucho mayor de detección de la enfermedad.