Sentencia Naiara
La historia del crimen de Naira es la historia de la brutalidad en estado puro. La violencia de un adulto con una niña indefensa, atada, sometida durante horas a una tortura indescriptible que ha motivado la primera condena a prisión permanente revisable en Aragón.
Ocurrió en julio de 2017 en el domicilio del tío político de la niña, el asesino. Iván Pardo Pena actuó con "ensañamiento" y terminó provocando la muerte de la pequeña Naiara.
La brutalidad del asesino
Relata la sentencia que la noche del 5 al 6 de julio de 2017 Naiara permaneció despierta. Iván Pardo había vuelto de trabajar y se puso a supervisar los estudios de la niña; como no encontró satisfactorio lo que había hecho la pequeña comenzó a golpearla en la cabeza con los nudillos de su mano y la forzó a permanecer de rodillas sobre piedras de grava.
Era sólo el comienzo de la pesadilla para la pequeña Naira que, a sus 8 años, fue sometida a descargas eléctricas por todo el cuerpo con una raqueta eléctrica matamoscas, la ató de pies y manos por la espalda, le introdujo un calcetín en la boca y se lo sujetó con un cinturón impidiéndole gritar, la golpeó con el cinturón en la espalda y en las plantas de los pies, y le dio puñetazos y patadas con botas con puntera de acero.
Terminó agarrándole con fuerza del pelo y golpeándola contra una mesa y el suelo. En ese momento la niña se quedó inconsciente. Trató de reanimarla según su relato pero no llamó a los servicios de emergencia.
La muerte de Naiara
Sobre las 15:30 horas, Naiara fue atendida por los servicios de urgencias y, ante la gravedad de su estado, fue trasladada en helicóptero al Hospital Miguel Servet de Zaragoza, donde falleció.
La muerte se produjo por un traumatismo craneoencefálico severo, consecuencia de contusiones repetidas de la cabeza contra una superficie dura y plana. La niña tenía hasta 56 lesiones externas repartidas por todo el cuerpo.
Se considera la agravante de alevosía pues, tal y como dice el juez, el acusado conocía la situación de indefensión de la víctima cuando, "feroz y despiadadamente", le golpeó repetidamente en la cabeza, pues ni podía escapar al estar atada ni pedir socorro al tener la boca tapada.
La condena
El fallo aprecia las circunstancias de ensañamiento y la minoría de edad de la niña para establecer la condena de prisión permanente revisable a la que añade otra de 2 años por maltrato habitual.
Le condena también a pagar indemnizaciones de 120.000 y 30.000 euros a la madre y padre biológicos de Naiara, a los que no podrá acercarse a menos de 500 metros ni comunicarse con ellos hasta 10 años después de su salida efectiva de prisión, durante los que tampoco podrá vivir en Sabiñánigo.
El tribunal impone, asimismo, penas de 2 años de prisión al padrastro de la pequeña, Carlos Pardo, y a su abuelastra, Nieves Pena, al considerar que no solo consentían los castigos que le eran infligidos, sino que los alentaban.
La argumentación del tribunal
El juez argumenta en su sentencia que la ley "no da otra opción" mas que imponer la prisión permanente revisable y no contempla una graduación de la pena, ya que una vez tipificado el asesinato, que la edad de la víctima sea menor de 16 es una circunstancia "hipercualificante" que conduce a esta pena.
La excusa fue que la niña no sabía la lección, la sentencia argumenta que los castigos corporales impuestos a Naiara "responden a una forma de entender la educación trasnochada, ampliamente superada, desproporcionada e injusta", y añade los hechos ocurrieron cuando "había terminado el curso escolar, la menor había superado los exámenes, por lo que no era indispensable en ese momento la recuperación y mejora en las materias escolares".