EL PASAPORTE A LA UNIVERSIDAD

Jóvenes de Madrid y Asturias superan el primer día de los exámenes de Selectividad

En Madrid hay 45.000 plazas universitarias para los 25.000 estudiantes que se examinan. Durante la prueba, solo el DNI, bolígrafos y las pegatinas con código de barras que los identifica. Su nota de Bachillerato les permite sufrir incluso un pequeño bajón, aunque menos del 15% de los que se presentan, suspende la prueba.

Los más de 10.000 alumnos que han tomado el campus de la Universidad Complutense de Madrid para encarar la temida selectividad no son tantos como el año pasado, puesto que aproximadamente hacen la prueba 200 menos que en 2012, pero están igual de nerviosos que sus predecesores y, como ellos, se dejan el nudo en el estómago en el examen inicial.

Examinadores, profesores y los propios alumnos coinciden en que, tras el 'estreno', los estudiantes pierden gran parte de los nervios con que afrontan una prueba más odiada que peligrosa: entre un 85 y un 87 % aprueban en junio y además, en el caso de Madrid, las 41.486 plazas que oferta el sistema universitario público para el curso 2013-2014 exceden en mucho al total de 29.000 estudiantes madrileños que hoy realizan la selectividad.

La mayoría de los chicos llegan a las facultades aferrados a un manojo de folios y otros ajenos a todos y a todo, escudados en unos auriculares y la música que han elegido para rebajar tensión.

De la línea 6 de Metro enfilan el campus cientos de jóvenes que van intercambiando un último apunte sobre perífrasis verbales y auxiliares -la prueba de idioma es por la tarde- o sobre Juan Ramón Jiménez. Otros piden al resto que callen y estén tranquilos, que el trabajo "está hecho" y "todo saldrá bien".

Mientras tanto, los miembros del tribunal aguardan con los exámenes "selladitos y lacaditos", explica una de las integrantes del equipo que controla las pruebas en un aula de Odontología.

Su compañero Luis Alberto Hernando, profesor de Lengua Española en la Facultad de Filología, cuenta que han preparado el material y el listado de llamamiento, así como las etiquetas identificadoras. Hernando destaca que no suele haber "ningún problema" en las pruebas y recalca que en junio hay buen nivel y "mucha competencia" entre los alumnos.

En septiembre, prosigue, las situaciones ya varían "bastante". Media hora antes del inicio de las pruebas, el alboroto de los 72 alumnos -la mitad de los pupitres están vacíos para alejar las 'tentaciones'- que están en la sala deja paso al silencio. Los alumnos van entrando por orden alfabético, dejan sus mochilas en una esquina y se mueven a su asiento con solo un DNI, bolígrafos y las pegatinas con código de barras que los identifican.

Es el momento de mayores nervios como se evidencia en las caras de los chicos, pero otros lo llevan mejor. Es el caso de Lorenzo, que quiere hacer la titulación doble de Derecho y Administración de Empresas y está más tranquilo que muchos de sus compañeros del instituto Jesús Maestro porque llega con los deberes hechos y su nota de Bachillerato le permite sufrir incluso un "pequeño" bajón en las notas.

Otra alumna del mismo instituto, María José, muy nerviosa, quiere, además de acceder a ingeniería industrial, que le caiga literatura hispanoamericana -tiene suerte, porque como verá después es la opción B- o la generación del 27.

El bullicio de los minutos previos se convierte en silencio total cuando los examinadores comienzan a explicar las instrucciones del examen y, puertas afuera, los nervios se trasladan a los profesores, que aguardan casi en la puerta a los primeros en salir -cuanto más tarde, mejor-.

A la salida, 30 minutos antes de finalizar la hora y media de plazo y tras escoger la opción B porque era con diferencia "la más fácil", Carlos confiesa que el primer examen era más sencillo de lo que esperaba.

Su objetivo es Administración de Empresas y tiene una nota de 5,7 en el Bachillerato, pero asegura que para nada le preocupa haber salido mucho antes que el grueso de sus compañeros.

Carlos, a quien los nervios le llevaron a perder el DNI, explica que, durante el examen, lo pasó fatal porque se pasó con el agua, según sus palabras, y tenía ganas de ir al baño a los 20 minutos del inicio.

A la salida, otros alumnos discuten con Inma, una profesora del Mater Purísima, el concepto de "metáfora"; uno se duele de haberla definido como "figura lingüística" y no "literaria".

La mayoría de los chicos han dejado de lado la literatura del XVIII y se han concentrado en la opción de hispanoamericana. Ya en el exterior, se han podido ver a padres buscando a sus hijos y a otra veterana profesora que señala que, como siempre, tras el primer examen, los chicos ven que se enfrentan a "uno más", como los que han hecho en su centro.

Las vicerrectoras de Estudiantes y de Estudios de Grado, María Encina González y Silvia Iglesias, presidenta y secretaria, respectivamente, destacan que 9.320 estudiantes harán estos cuatro días la fase general y 1.000 solo la específica -aquellos que quieren subir nota y han hecho antes la general o los alumnos de FP cuya calificación equivale la fase general-.

Encinas explica que, como todos los años, habrá pruebas de comentario de texto y lengua, historia de España o historial  de la filosofía y, por la tarde, idioma. Mañana y pasado será el turno para las materias que los alumnos elijan según su modalidad, y el viernes el día de cierre de los examinandos menos afortunados, aquellos que no hayan podido realizar todas sus pruebas por coincidencias de horario en días anteriores.

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