Espacio
Álvaro Salinas, de 29 años, ha sido elegido por la Agencia Espacial Europea para experimentar la gravedad cero. Su trabajo, entre otros objetivos, ayudará a la misión japonesa MMX, planeada en septiembre de 2024, para aterrizar en la Luna marciana Fobos.
¿Imaginan como sería vivir en el espacio? Sin gravedad, levitando… una sensación única que solo los astronautas o aquellos que participen en un vuelo parabólico pueden experimentar. Entre los afortunados está Álvaro Salinas. Sólo tiene 29 años. Es ingeniero aeroespacial, malagueño y hace más de un año la Agencia Espacial Europea lo contrató para experimentar la gravedad cero a través de un vuelo parabólico a bordo de un Airbus A310 Zero G.
Se trata del único avión en Europa que es capaz de realizar estos vuelos con una calidad de microgravedad para convertirse en un laboratorio espacial. Los vuelos parabólicos "describen parábolas que te lanzan como una bola de cañón", asegura.
Sumergirse en la gravedad cero es similar a lo que hace una montaña rusa, según este ingeniero aeroespacial. "Virtualmente no te mueves, solo lo sientes por dentro. Es extraño el volar, moverte sin esfuerzo, parecido a nadar, o bucear, pero claro, ¡por muchas brazadas que des no te mueves 1 centímetro!", explica.
Este experimento contribuirá a mejorar el diseño y operación del mecanismo de recogida de las muestras en la misión japonesa MMX, planeada para septiembre 2024. Una misión de exploración planetaria, la primera en aterrizar en la luna Marciana Fobos.
Desde un punto de vista científico, su trabajo permitirá avances tanto en la Tierra como en el espacio: "¿Cómo construiremos en la Luna? ¿Podremos compactar materiales que encontremos en la superficie de la misma manera que en la Tierra cuando la gravedad sea mucho menor?", apunta Álvaro.
Y es que los logros de este joven malagueño ayudarán a entender "cómo se cohesionan las sustancias cuando la gravedad se reduce".
El cuerpo humano en la gravedad cero
Lleva seis años trabajando en proyectos de la Agencia Espacial Europea, apunta que ha sido la primera vez que no ha utilizado medicación para resistir las “inclemencias” de los vuelos parabólicos. "Los fluidos corporales, como la sangre, circulan en mayor medida por un sitio diferente al usual, lo cual hace que sea muy fácil enfermar", explica Salinas, que recuerda porque a estos aviones los astronautas del programa Apolo los llamaban "el cometa del vomito".
A todo participante se le inyecta escopolamina antes de volar, y, "aun así, un mínimo del 10% de ellos acabaran enfermos y vomitando". Pero señala que sin medicación "todo se siente más. El tiempo parece estirarse. Sientes la felicidad de volar, de sentir que cortas toda ligadura con la Tierra...que escapas de ella".
Una gran oportunidad
Álvaro, que además es profesor asociado en la Universidad Tecnológica de Lulea (Suecia) y forma parte de la European Low Gravity Research Association (ELGRA), hace hincapié en el privilegio y la gran oportunidad de poder hacer ciencia "para empujar un poco mas lejos las fronteras del conocimiento".
Fue líder del equipo de ingeniería del instrumento HABIT, de la misión ExoMars de la Agencia Espacial Europea a la superficie de Marte, y actualmente dirige también otro proyecto, MoonLiFe, para conseguir fermentación en la superficie lunar con el regolito que allí tenemos.
A pesar de haber alcanzado una meta profesional, siente que es muy joven y recalca que su sueño es explorar el sistema solar: "Algo que actualmente hago como ingeniero de operaciones en la Estación Espacial Internacional, ¡pero que me gustaría expandir a otros cuerpos celestes! Así que, técnicamente, me gustaría llegar hasta el infinito y mas allá".