PREFIL, SEGÚN LOS INFORMES MÉDICOS
Ha sido la única vez en que se ha visto llorar a José Bretón. Fue en una de sus visitas al parque Cruz Conde de Córdoba, donde dice que desaparecieron sus hijos. Durante todo este tiempo, su actitud ha sido cada vez más fría y distante.
En dos de sus comparecencias ante el juez, Bretón ha actuado de manera muy distinta. En su primera declaración, se mostraba muy indefenso ante las acusaciones. Siete meses después, su posición era mucho más desafiante.
El fin de semana en el que ocurrieron los hechos era el primero que Ruth y José estaban con su padre. Su mujer, Ruth Ortiz, le había pedido el divorcio un mes antes. José Bretón llevaba nueve meses en paro. En 1994 trabajó como conductor de ambulancias para el Ejército en una misión en Móstar, en Bosnia Herzegovina. Hasta enero de 2011 era conductor de autobuses en Huelva, donde vivía con su mujer y sus dos hijos.
Desde el principio la familia materna sospechó de él. Justo tres meses después de no tener noticias de sus hijos, Ruth Ortiz hizo pública su acusación contra su exmarido. También acudió a visitarle a la cárcel de Alcolea, pero sin lograr ninguna confesión. Él siempre ha insistido en su inocencia.
En prisión se le ha llegado a aplicar el régimen antisuicidios. En una ocasión, se autolesionó levemente con una cuchilla. En estos diez meses que lleva entre rejas sus grandes obsesiones siempre han sido el orden y la limpieza.