ESPAÑA DESPOBLADA

La historia de tres emprendedores que dejaron la vida en la ciudad para cumplir sus sueños en Fermoselle

Tai, Elisabet y Charlot son tres valientes que decidieron abandonar la ciudad para instalarse en la localidad zamorana de Femoselle para sacar adelante sus proyectos profesionales.

En nuestro camino por la España despoblada llegamos a Fermoselle, un pueblo de Zamora situado en Arribes del Duero, cerca de la frontera con Portugal, con menos de mil habitantes y donde no ha nacido ningún niño en el pasado año.

Hasta allí han llegado Tai, Elisabet y Charlot, tres personas que decidieron dejar sus vidas en las grandes ciudades para emprender nuevos proyectos profesionales en este pequeño pueblo.

Esto no suele ser lo habitual, pero en ocasiones aparecen algunos brotes verdes que hacen pensar que la tendencia puede comenzar a invertirse a pesar de que la España rural sigue perdiendo población.

Tai, natural de Dinamarca, llegó hasta Fermoselle de casualidad. En este municipio zamorano encontró el escenario perfecto para cumplir su sueño: ser bodeguero. "Estoy plantando y he comprado una nueva casa donde voy a hacer una bodega más grande", explica.

Algunos de los vinos que elabora Tai los vende Elisabet en la pequeña tienda de productos típicos que abrió en Fermoselle hace tan solo un par de semanas.

Tras vivir en Valladolid y Barcelona, Elisabet ha regresado al pueblo de su infancia para emprender una aventura. "Nunca se me pasó por la cabeza", confiesa esta joven.

El miedo es el factor común entre quienes deciden lanzarse a la aventura de volver al pueblo. Es caso de Charlotte Allen, una británica que abrió una pequeña bodega y que gracias a las nuevas tecnologías y a las comunicaciones vende sus vinos a cualquier parte del mundo. "Si tengo que mandar un palé de vino a Nueva York viene un camión y cargamos", asegura.

Regresar al pueblo es el camino que más cuesta hacer. La vida en el pueblo puede resultar más tranquila, pero no por ello es más fácil.

Por ejemplo, en estos pueblos la conexión a Internet es muy lenta y eso ralentiza el trabajo. "Para mandar un proyecto, un PDF de 600 folios, igual estamos media mañana", lamenta Manuel Moya, teniente alcalde de Fermoselle.

En estos pueblos están consiguiendo frenar ligeramente la sangría de la despoblación que sufre la España rural, pero todavía queda un largo camino.

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