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Síndrome de Tourette

Galleta, la perra que se ha convertido en la mejor amiga de un niño con síndrome de Tourette

Desde que Galleta forma parte de la vida de Martín, el pequeño se concentra con más facilidad, duerme mejor y ha ganado en seguridad. "Nunca pensamos que le fuera a ayudar tanto", aseguran sus padres.

Martín, con síndrome de TouretteAntena 3 Galicia

Martín acaba de cumplir 8 años, va al colegio Padre Feijoo, en Allariz (Ourense) y le gusta la bicicleta de montaña. Martín tiene síndrome de Tourette, una afección del sistema nervioso que hace que, en ocasiones, produzca sonidos y movimientos repetidos. “Son tics motores y vocales que están muy relacionados con el estrés, a veces puede tener más y otras épocas menos”, nos explica su padre, Henry Varela.

Precisamente para reducirlos, entre otras cosas, esta familia gallega ha descubierto una gran arma. Un arma peluda, de cuatro patas y color negro. Se trata de Galleta, una labrador que ha conquistado el corazón de Martín. "Y él el de ella, porque es mutuo", cuenta su padre entre risas.

"Cuando está Galleta se concentra más"

"A través de la asociación de Tourette de Asturias llegamos al centro de adiestramiento Ramalladas, que está en Vigo. Enseguida nos dijeron que entre Galleta y Martín había conexión y empezó a venir a casa los fines de semana". No tardaron en notar el cambio. "Vimos que cuando estaba Galleta Martín se concentraba más, incluso podía hacer los deberes solo, por ejemplo. Y además los tics se espaciaban muchísimo en el tiempo".

El síndrome de Tourette puede llevar otros trastornos asociados, como puede ser el déficit de atención o la hiperactividad. "Martín tiene un poquito de hiperactividad y Galleta le ayuda mucho a calmarse". Esto se nota en que también duerme mejor, descansa más y es mucho más independiente, nos cuenta Henry. "Se le nota más seguro cuando está con ella, está como más motivado".

La relación que se ha forjado entre ellos es de las que emociona. "La perra le da un cariño que ni nosotros podemos darle, como padres le damos todo el del mundo, pero esto es diferente, con la perra tiene otra relación".

Vanesa Arias es la instructora de Galleta. "El objetivo de los perros de asistencia es que ayuden a los niños a mantener la calma y la posición en los casos en los que el menor lo necesita, por ejemplo en el aula". Como si de un sistema de regulación se tratase, nos cuentan. "A veces necesitan tirarse encima y abrazarse al perro, esto les ayuda a bajar su presión arterial, su estrés, en el caso de Martín, sus tics nerviosos, los perros están preparados para dar esa seguridad".

A la espera de su perro de asistencia

Ahora mismo Galleta pasa algunos días en casa de Martín y él va todos los sábados a Ramalladas para aprender a tratar a un perro de asistencia. La idea es que el pequeño tenga uno que le acompañe en su día a día, pero que no será Galleta.

"Galleta será la profesora del perro que acabe siendo de Martín, nosotros lo dejamos completamente en manos de los instructores de Ramalladas que son los que saben". Y es que el perro que sea para Martín lo irá conociendo desde cachorro y trabajarán juntos poco a poco.

"Será un labrador, también", explica Vanesa. "La expresión facial de un labrador se asemeja a la de un chimpancé, expresa mucho con las cejas y es por eso que conecta".

Una conexión que esta comprobado que funciona muy bien también en casos de ansiedad o cuadros depresivos, "los perros de asistencia se preparan para cada persona y caso concreto".

Se trata de un proceso muy largo ya que lo importante es que todo salga bien. A la vista está que el resultado merece la pena.