Málaga
El Festival de las Linternas se ha convertido en un símbolo de la tensión entre el uso público y privado de los espacios urbanos. Y mientras las luces siguen brillando, los vecinos del distrito de la carretera de Cádiz se concentran cada domingo quejándose de lo que consideran una ocupación.
El Festival de las Linternas, una instalación lumínica de 30 espacios que ilumina el Parque del Oeste en Málaga, ha encendido también una polémica. Los vecinos del distrito de la Carretera de Cádiz, una de las zonas con mayor densidad de población de Europa, protestan cada domingo desde que comenzó el evento. Para muchos, lo que empezó siendo una exhibición de luces se ha transformado en una ocupación del espacio público que consideran inaceptable.
El Festival de las Linternas se ha desarrollado como una fusión entre la cultura española y la china, una propuesta que fue adjudicada por concurso público y que ha supuesto una inversión de tres millones de euros. La instalación de las 30 espacios lumínicos, que se inauguró estas navidades, durará hasta el 15 de febrero, aunque se prevé que no quedará totalmente desmontado hasta marzo. A pesar de su éxito multitudinario, el evento ha generado un creciente malestar entre los residentes de la zona.
El Parque del Oeste, un espacio público que reunía diariamente a los vecinos de la zona, ahora exige una entrada de 20 euros para poder disfrutar de los espectáculos lumínicos. Esto ha provocado indignación, ya que los habitantes de este distrito de la carretera de Cádiz consideran que el acceso a un parque público debería ser gratuito para todos.
El rechazo ha sido tan contundente que, cada domingo, un grupo de vecinos se concentran para protestar. Con carteles que reclaman: "El parque es de todos" y "¿Negocios a nuestra costa? No, gracias", los manifestantes exigen que se elimine la entrada y que el parque vuelva a ser un espacio libre para todos.
Los manifestantes no solo critican el precio de la entrada, sino también la reducción del espacio accesible para la comunidad. Según los vecinos, alrededor del 40% del parque ha sido cerrado al público debido a la instalación de la atracción luminosa. Además, han dividido el espacio a través de muros de gran altura. "Y se nos interrumpe con un muro que parece propio de zonas de conflicto", comenta Víctor González, evidenciando el enfado que sienten los vecinos que han visto cómo su espacio habitual se transforma en una zona restringida.
Además, el Parque del Oeste no es solo un lugar de recreo, sino también uno de los principales accesos al mar para los vecinos del distrito. Esto empeora la situación, ya que muchos sienten que este tipo de iniciativas privatizan el acceso a un bien común, limitando el disfrute de un espacio que debería ser para todos, no solo para aquellos dispuestos a pagar por entrar.
El Ayuntamiento de Málaga ha defendido el evento como una oportunidad para dinamizar la economía local y atraer turismo. No obstante, la polémica sigue creciendo, ya que el consistorio ha manifestado su intención de continuar con el festival durante al menos los próximos cuatro años. Esta postura ha provocado la determinación de los vecinos de continuar con sus protestas hasta que el festival se retire y el parque vuelva a ser completamente accesible.
Un vecino de la zona, expone la intención de muchos: "Los vecinos vamos a seguir reuniéndonos hasta que el parque se libere de esta ocupación". Para ellos, el Parque del Oeste debe ser un lugar de encuentro y disfrute común, no un espacio transformado en un negocio privado a su costa.
El contraste entre el brillo de las luces del festival y el enfado de los vecinos refleja la profunda división que ha generado este evento. Lo que para algunos es un espectáculo luminoso y una atracción turística, para otros es una invasión de un espacio que siempre ha sido suyo. Mientras el Ayuntamiento sigue adelante con sus planes, los vecinos prometen no rendirse y seguir luchando por recuperar su parque.
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