LA LEY PROHIBE ENTREGARLOS A PAREJAS HOMOSEXUALES
"El sentimiento es de tristeza, de angustia, de desesperación...". Quien habla así es Paula, solicitante de una adopción en Rusia. Ella y su marido, Luis Miguel, son una de las quinientas parejas afectadas por el nuevo escenario en Rusia para adopciones internacionales.
Ciento ochenta ya tienen un niño asignado. Ellos ya estuvieron hace tres meses conociéndole. El niño, que tiene dos años, ya sabe quién son. El gobierno ruso no quiere que sus niños vivan con parejas homosexuales. Por eso, desde el pasado 29 de agosto, su Tribunal Supremo recomienda a los jueces que se garantice que los niños no van nunca con familias monoparentales.
Ahora exigen un convenio bilateral que, en el caso de España, aún no existe pero que podría llegar pronto. La directora del Instituto Catalán de Adopciones, Nuria Canal, avanza que ya hay convocada una reunión para intentar desbloquear esta situación.
Algunos jueces aceptan un certificado español, pero en la mayoría de los casos la espera se va haciendo más larga, como les ocurre a Paula y Luis Miguel. Esta situación, como es lógico, afecta a su vida personal y también laboral. "No podemos dormir, dice Luis Miguel, padecemos de insomnio, descuidamos a veces el trabajo...".
España es el país que más niños rusos adopta. Las cifras, sin embargo, se han reducido considerablemente desde que Moscú cambió la ley para evitar que familias monoparentales, incluídas las homosexuales, pudieran adoptar en su territorio.